«No queremos vender a la gente una vez, queremos que vuelvan»

I.Camarero Jiménez
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En principio los hermanos Ángel y Roberto Marcos no tenían claro que fueran a acabar en la empresa de muebles que fundó su padre en los 70; el destino les llevó allí hace ya tiempo y han sabido preservar la cercanía con el cliente y evolucionar

«No queremos vender a la gente una vez, queremos que vuelvan» - Foto: Isabel García

Ángel Marcos Alonso (1970) y Roberto Marcos Alonso (1975) son hermanos y conocidos en tierras abulenses por estar al frente de una de las empresas familiares con más historia de la provincia de Ávila, Muebles Marcos. Ambos nacieron en Salamanca. El primero se vino a vivir a Ávila con dos años de edad y el segundo lo hizo en cuanto, casi recién nacido, le dieron el alta a su madre. Así pues ¿Cómo no se van a sentir abulenses? Criados aquí y ex alumnos los dos también del colegio Diocesano llegó un momento en sus vidas en el que acabaron recalando en el negocio que allá por 1972 abrió su padre. 

Hasta aquí casi que solo difieren en sus estudios de parvulario, pues Ángel lo cursó en Las Nieves y Roberto, en un jardín de infancia que había en la avenida de Portugal y que lo llevaban dos hermanas.

Antes de empezar en el negocio, Ángel se había formado en Ciencias Económicas, que estudió en El Escorial, y que «con gran esfuerzo, pero que mucho, mucho, aprobé» dice riendo. De algún modo empezó a saber que estaría en la empresa de su padre pero es que además «cuando yo acabé la carrera, después de los Juegos Olímpicos, era un momento en el que el mito del 'yupi', de los Mario Conde, se estaba desmontando… En definitiva la cosa en lo económico estaba complicada, veía a mis amigos además dando bandazos y, claro, teniendo una empresa aquí, pues no tenía necesidad de darlos yo también. Además mi padre necesitaba ayuda». Oficialmente se incorporó a ella en el 96 pero unos años antes «ya estuve por allí porque me había quedado alguna asignatura y tenía que compaginarlo».

A la pregunta de si le gustaba responde -con una sinceridad que mantiene durante toda la entrevista-que sí, pero «tampoco había visto otra cosa», además «estaba en casa y las cosas son más sencillas porque no te tienes que pegar con nadie. Al fin y al cabo fue muy cómodo», concluye.

Como entrevistamos a los dos hermanos a la vez y teniendo en cuenta que no sólo se han criado juntos sino que trabajan codo con codo no es de extrañar que Roberto conteste a la pregunta en tono de broma y con un  «yo desde el principio lo tenía claro y la verdad es que estudié por hacer algo». A continuación aclara, que es mentira, que no lo tenía tan claro, pero son cosas de la vida. En su caso estudió Derecho en El Escorial, que completó en Madrid con un Máster en Asesoría Jurídica de Empresas en el instituto de Empresa.

Tras ver cómo estaba el mercado hizo el viaje de vuelta a Ávila porque sencillamente «prefería estar aquí». Han pasado los años, más de 20 y entre manos tienen un negocio que han hecho evolucionar y en el que saben que aunque hay competencia a día de hoy «es muy difícil que se instale en la ciudad un negocio igual» porque «los costes de entrada son brutales: ¿quién compra una nave de las características de la nuestra, quién se pega por ello? Abrir ahora una nave de 2.000 metros es difícil para destinarla a esto y ya ni te cuento si es de 4.000 como la nuestra».

Les preguntamos si es fácil o todo lo contrario trabajar entre hermanos y a la vez prácticamente responden que « trabajamos bien juntos, sí» y eso se debe a que «cada uno tiene su parcela. No solemos chocar y además tenemos buen carácter así que…» En el caso de Ángel, su tarea es más comercial; mientras que el tema administrativo es competencia de Roberto. El primero, «más impulsivo»; el segundo, «más calmado», se definen. Así que «en el fondo nos complementamos. Aunque si hay que intercambiar opiniones se hace».  «Tenemos más o menos claras las ideas de por dónde queremos ir» y ese querer ir es de algún modo «evolucionar» porque lo han hecho, pero manteniendo la tradición de un negocio que tiene mucho cliente fijo, especialmente de Ávila, de sus pueblos, «sobre todo antes», y también de Madrid. 

Y, como tradicional es el negocio, también lo es su plantilla. 

(La entrevista completa en la edición impresa)

 

¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza sobre Ávila?

Ángel: Pues, por desgracia, decadencia porque en todos los años que llevo aquí la he visto caer mucho. Un viernes en el Grande o una noche de fiesta en Vallespín, antes y ahora, no tienen nada que ver. Y he visto como la gente se va y no vuelve. Pensar que cuando mis hijos crezcan tendrán que irse y no volver, me mata, pero también me da ganas de hacer cosas. Me motiva, pero me da pena.

Roberto: Para mí, mucho potencial pero no lo exprimimos al máximo y estamos muy cerca de Madrid como para no aprovecharlo.

¿Qué es lo que más le gusta de Ávila?

A: Que en Ávila, aunque te aburras, vives más vida que en otros sitios. Conoces a todo el mundo, siempre tienes a alguien que te eche una mano. Puedes salir solo de cañas y siempre te encuentras a alguien.Es familiar y tranquila.

R: Es cómoda y segura.

¿Y lo que menos?

A: La mentalidad que tenemos, que es pesimista en general.

R: Los transportes, la mala conexión con Madrid.

Un  recuerdo de su infancia

A: Los bocadillos de tortilla del Patas de la calle San Millán y si encima le ponías salsa de callos o asadurilla...

R:El jardín del Recreo que es donde vivíamos y me lo he pasado muy bien.

Un personaje abulense que le haya marcado.

A: El padre Tenaguillo. Coincidí con él 1 ó 2 años porque ya era muy mayor, pero era una gran persona. Con una alegría y una energía que te transmitía que la vida mola, sin más. Transmitía tanta paz y bondad. Y también el poeta Jacinto Herrero. Me marcó cuando dejé de tenerle de profesor. Lamenté haberme pasado tres años sin hacerle ni caso y descubrirle después leyendo su obra. No supe valorarle como el profesor excepcional que fue hasta que dejé de verle como tal.

R: Tomás Sobrino, profesor del Dioce.

 

El mayor cambio que necesita Ávila es...

A: Necesitamos más optimismo

R: Los transportes, las comunicaciones de nuevo. Mejorar.

Y Ávila tiene que mantener...

A: El carácter de la gente trabajadora y amable. Serios y fríos, de entrada, pero después...El que tiene un amigo es para siempre.

R: Sí, estoy de acuerdo.

¿Cómo ve Ávila en la actualidad?

Á: Decadente sí.

R: Un tanto decadente, también.

¿Cómo ve Ávila y su provincia en el futuro?

A: Necesita mucha inversión, mucho esfuerzo de los abulenses y de la administración, con un tejido empresarial más fuerte y más compromiso. 

R: Necesita abrirse más al exterior y más empresas a las que habría que dar más facilidades.

¿Qué puede aportar a Ávila y su provincia? 

Nuestro trabajo y natalidad porque los dos tenemos tres hijos.