30 años de éxitos

Javier Herrero (EFE)
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Alejandro Sanz recoge en su nuevo álbum todos los géneros por los que ha transitado, desde soniquetes caribeños a flamenco gaditano

El cantante presentó ayer su repertorio ‘SANZ’. - Foto: LUCA PIERGIOVANNI

Una celebración de 30 años de éxitos. Así es SANZ, el último álbum de Alejandro Sanz, un trabajo creado durante 24 meses de pandemia en el que hace una defensa del «valor de atreverse». Solo de esa forma, confiesa, «probé suerte en la música, aún en contra del criterio de mi madre».

Ella había sufrido las vicisitudes de la profesión a través del padre del cantante, en un eterno y forzoso viajar por España, y quería para su hijo «un sueldo fijo». Pero a pesar de ello, el autor de Corazón partío no atesoró otro objetivo: «Nunca tuve un plan B, porque hacen que el plan A fracase», asegura.

Lo dice en su barrio, en el madrileño distrito de Moratalaz, al otro lado del puente sobre la M-30 que lleva desde hace poco el nombre de su más famoso tema y en una escuela de música recién erigida sobre el solar en el que el cantante y compositor dio su primer concierto ante el público.

«Moratalaz me hizo amar el rock que, junto con el flamenco, eran las dos cosas que más me gustaban», relata Sanz el mismo de la publicación del álbum que toma el relevo a #ElDisco y en el que a través de canciones difícilmente catalogables desnuda todos los géneros por las que ha transitado, desde soniquetes caribeños a flamenco gaditano.

«No quería hacer un disco para listas de ventas, sino uno que no defraude a la gente en cuanto a que son un puñado de canciones hechas por un músico», explica Sanz, que quería «resumir estos 30 años» y mostrar su evolución.

Sorprendió con el primer sencillo, BIO, una muestra de sponken-word en el que se confiesa y se radiografía de la manera más explícita que lo ha hecho nunca: «Siempre fui introvertido / Tenía miedo, estaba ido / Me gustaba la poesía, el flamenco y mi bujío».

Expuestos los dos, el músico y la persona, cuenta que con esta mirada atrás «quería conjurar a los duendes». «Y recordarme quién soy, hacer una pequeña catarsis».

Del repertorio cabe destacar dos felices reencuentros, el primero espiritual, con la guitarra de Paco de Lucía que brilla en La rosa, y con su padrino Manuel Alejandro, compositor artistas como Raphael, Isabel Pantoja o Julio Iglesias.