Vértigo junto a la Muralla

B.M
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La propuesta de funambulismo y acrobacia de 'Nostraxladamus' puso la nota extrema a la jornada de Cir&Co con un puente elevado en el cielo y un hilo que dio espacio a vivir en un desafío, en este caso a la gravedad

Vértigo junto a la Muralla - Foto: David Castro

Mejor que explicar en qué consiste el espectáculo, casi mejor es decir que  a las 20,00 horas en el Atrio de San Isidro hay hoy una nueva oportunidad de verlo. La propuesta era de circo extremo, en especial por la altura, y la respuesta del público fue en consonancia a la oferta, ya que se llenó el atrio para poder ver el espectáculo 'Volatineros', una propuesta de 'Nostraxladamus', llegados de Aragón. Las piedras de la Muralla se convirtieron en el mejor lugar donde ver el espectáculo mientras que el propio monumento era el marco para los artistas, un marco para sentir el vértigo dentro de Cir&Co.

La propuesta de funambulismo, de duración de poco menos de una hora, era un estreno en Castilla y León. Llena de vértigo, se trazó un hilo con 40 metros de cable a diez menos de altura, en forma de puente para contar historias y que llegaran hasta el público, que respondió con continuos aplausos. Mucho público familiar para esta propuesta que ya impresionaba solo con la estructura.

Espectacular desde el inicio, desde el avance por los laterales con la pértiga hasta juntar a cuatro de los artistas en la altura. A partir de ese momento se pudo ver equilibrio sobre el alambre, cruces entre ellos, paso de unos por encima de otros o moverse juntos, uno por encima y otro por debajo del cable. Y todo esto sucedía con la mejor compañía, con la de la música en directo.

Esa música ponía alma a lo que ya se había explicado antes de comenzar, que se trataba de un discurso poético, y desde luego había poesía en los movimientos, la posibilidad de escapar de la falsa seguridad del suelo firme, alejarse de la horizontal y observar el mundo desde otra perspectiva. La posibilidad de evadirse, de vivir el desafío, en este caso de la gravedad. En definitiva, el filo del alambre se convierte en algo apasionante.

Pero no fue solo el alambre donde había momentos en los que prácticamente se estaba bailando, fueron las cuerdas para subidas y bajadas o elementos como el trapecio y un mástil chino, demostrando destreza, seguridad y elegancia en los movimientos.

Antes de comenzar el espectáculo, uno de los integrantes de la compañía, Miguel Pollán, destacaba el espacio elegido para su actuación, que se presentaba como «un desafío, una ilusión, una apuesta a disfrutar, a asumir el riesgo y disfrutar del placer de poder volar y levantar las alas». Señaló que se iba a ver, y así fue,«algo poético de emociones y sensaciones» dentro de su creencia de que «el circo es el arte de contagiar ilusión» y con esta apuesta se pretende «crear la magia de que todo es posible».

Para ello se contó con una compañía con siete personas, tres músicos, dos funambulistas y dos acróbatas, en un espectáculo que supone «un bagaje de vida, un trabajo de años», entrenando y afrontando riesgos. Riesgos que se vieron en un espectáculo de gran formato, por lo que para ellos es un «placer» de que en Castilla y León haya un festival de este estilo, remarcó.