Sara Escudero

Desde la muralla

Sara Escudero


El drama después del drama

05/03/2022

Aun resuena en mi cabeza la frase que repetíamos una y otra vez hace dos años: saldremos mejores después de la pandemia. Durante aquellos meses confinados aprendimos a reír delante de una pantalla, a sonreír con la mirada, a sentir la distancia y apreciar los abrazos. Aprendimos mucho, pero jamás llegué a saber si salimos mejores cuando la vida se volvió a abrir el 22 de junio del 2020 y después de cada plazo de nuevas normalidades, de antiguas y diferentes situaciones a las que nos hemos enfrentado.
Pasamos de llorar a los miles de muertos, de sentir los hospitales como nuestros. Pasamos de los aplausos, de las amistades de balcones, de los paseos contrarreloj. Lo pasamos y creíamos que ya éramos mejores. La pandemia nos había enseñado tanto, que era difícil pensar que después de eso, tendríamos nuevos retos que afrontar.
La pandemia nos preparó para saber responder como se merece a un pueblo que ahora vive el David contra Goliat, que son una hormiga corriendo entre elefantes con miedo a ser pisados mientras llevan una miga de pan en sus cabezas, en el camino de su nueva normalidad. Largas rutas hasta la frontera. Sin la existencia aún de un corredor humanitario que ayude a evacuar localidades sitiadas, heridos, enfermos. 
El drama después del drama comienza ahora. No solo huir de las bombas te aleja del peligro. Peligro es todo: No saber dónde ir, no saber dónde dormir, no saber dónde acudir. El miedo condensado en una maleta de mano es un equipaje poco útil para iniciar una nueva vida lejos de tu familia, de tu hogar, de tus recuerdos. Atrás quedará otra vida muy diferente, porque nunca serás la misma persona después de librar la batalla contra la guerra. Huir no es sinónimo de ponerte a salvo, porque ahora los peligros son otros diferentes hasta que no haya un acuerdo de paz con Ucrania y, por consiguiente, con el mundo entero. No es un lamento, es la realidad de un pueblo que huye para proteger la vida de los más pequeños, el futuro de un país con un panorama muy incierto en su día décimo de resistencia contra la barbarie humana. Nos enfrentamos a un escenario muy diferente y difícil, donde las víctimas civiles son siempre el drama después del drama. No consintamos más días 11, 12… porque en pleno siglo XXI, no tendríamos que contemplar un escenario bélico, si es que hemos aprendido algo de la historia de las últimas décadas. 
Hoy nieva en Varsovia. ¡Quién nos iba a decir que la nieve se convierte en lloros del cielo! El sol radiante de los últimos días ya se ha quedado sin fuerza. Tanto esfuerzo por brillar, por sonreír cada mañana. Posiblemente se ha quedado llorando en los hombros de la luna, comentando lo difícil que fue la noche. Otra noche más. 
Llegan historias desde cada rincón de solidaridad, el sol lo sabe. Lee las cartas como los Reyes Magos en la noche antes del cinco de enero. Sabe que el mundo está movilizado. Si algo podemos sacar en positivo, es saber que siempre queda la esperanza en "glas otras personas"h.  Ejemplo de todo un mundo civilizado derrochando solidaridad, hace pensar que tan solo unos pocos, NO aprendieron del dolor, de la miseria y la deshumanización.
Polonia, Varsovia, mi Polonia de ahora, es un orgullo para el mundo. Por su movilización en tiempo récord, por su capacidad de acogida y por su EMPATIA. No hace tanto que ellos tuvieron que huir de la guerra, que saben el sinsentido del horror. No hace tanto, llamémoslo antes de ayer, que ellos huían en las estaciones de metro siguiendo el camino de nunca jamás. A ellos las otras guerras les hizo mejores. Y ahora le devuelven al mundo todo lo que aprendieron, sintieron y dijeron que no volverían a consentir. Porque ser testigos de esta tragedia sin hacer lo que está en tu mano, es ser cómplice de un horror sin límites. Aprender de los errores de la humanidad, es buena receta para la enfermedad que vive ahora el mundo que se traduce en egoísmo, destrucción y desolación.
Los hay que siembran terror, pero es maravilloso saber que también hay personas en el mundo contagiando sonrisas, abrazos, buen rollo. Y ellos, desafortunadamente no son noticia casi nunca. ¡Qué se llenen los medios, las redes, el mundo entero de solidaridad! Qué repitamos una y otra vez que aprendemos de nuestros errores y que no queremos consentir más odio, venganza y muertes.  Qué no les demos noticias a los desalmados, porque eso no nos hace mejores. Demostremos que somos capaces de agitar las alas de mariposa allá donde nos encontremos, porque solo entre todos, unidos por la paz, podremos conseguir que el sol, brille de nuevo mañana.