Carolina Ares

Escrito a tiza

Carolina Ares


Tópicos

05/03/2022

En estos días parece casi obligatorio escribir sobre la guerra. Su sombra lo cubre todo, sus horrores, de sobra conocidos por todos, no cambian con los años, recrudecen el mundo, enturbian la vida y todo cuanto nos rodea. Y, por si no fuera poco saberlo, las imágenes de la fatalidad, crueldad, muerte y desdicha nos rodean, nos invaden y aparecen en cualquier lugar que queramos mirar. Los ojos de los reporteros brillan con los horrores que tienen que presenciar para informarnos y dejar constancia de que sí, nos están enseñando eficientemente lo dura que es la guerra, evitando que nadie pueda quedar indiferente.
Por todas partes se dice que una guerra no la gana nadie y que todos perdemos. Que lo cambian todo. Recordamos en estos días que todos los mecanismos que hemos creado para evitarlas fallan por una sola persona. Un fanático que de la noche a la mañana empiece a destrozar ciudades, familias y vidas al completo. Que quiera tener en jaque a un mundo. Que no se pare a pensar en todas las cosas que tienen en común las personas que, en su nombre, se enfrentan a un pueblo que se defiende y lucha por si mismos, por su tierra y su libertad. Tópico tras tópico, todos siguen funcionando porque ninguna guerra es distinta.
Tristemente, encadenamos una tragedia tras otra y la exposición a imágenes devastadoras es tan constante que corremos el riesgo de, transcurrido un tiempo, hacernos inmunes a ellas y olvidar la realidad a la que nos enfrentamos. Los felices años veinte que hace nada prometía una compañía de teléfonos se han transformado en un momento que nadie quiere vivir. Sin embargo, a lo mejor los publicistas detrás de la campaña olvidaron que los famosos años veinte fueron la reacción de una sociedad al final de la pandemia de gripe y de la Primera Guerra Mundial, una salida adelante, las ganas de disfrutar, de dejar atrás los horrores y recuperar el tiempo perdido que llevó a una crisis aún mayor y a otra guerra mundial, tras la cual sí, hubo una postguerra dura que sirvió para transformar la sociedad. Y como los seres humanos tropezamos una y otra vez con la misma piedra, y la historia está condenada a repetirse, parece que seguimos el mismo camino. Así que vivamos lo que podamos y cómo podamos, pero también sigamos levantando la voz ante la injusticia, confiando en la democracia aún cuando a veces sea difícil, pues la alternativa es peor. Llenemos el mundo de la belleza que parece que se nos niega, sabiendo que todo cambia en un instante y que también nosotros tenemos que cambiar. 
Hasta aquí mi ración de tópicos de hoy, que no por tópicos dejan de ser ciertos. Cuando hablamos de temas tan duros es complicado aportar nada nuevo, igual tan solo puede ser novedosa la manera de expresarlo, ahí es donde nace el arte, para representar y no olvidar. Pese a todo, no por ello debemos dejar de decirlo, callarnos y claudicar ni con esta ni con todas las demás guerras. Expresarlo es una manera más de sacar el dolor que nos generan estas situaciones, de denunciar los horrores y de decir que estamos en contra. Aunque todos digamos lo mismo, no nos permitamos caer en el silencio, gritémoselo al mundo, tópico tras tópico. O, en este caso, verdad tras verdad.