V oy a cometer una gravísima irresponsabilidad. Me voy a permitir ser sincero. Sin peros, anestesias ni distraimientos. Un suicidio, vamos.
En la Roma de la que uno se quiere seguir sintiendo ciudadano, nuestra matriz y cuna en lengua, leyes, religión y cultura, cuando los que se consideraban capaces y preparados para liderarla se presentaban al cargo de cónsul, aspiraban a ser el primer hombre de Roma. Y quienes a tal honor aspiraban, antes de nada mostraban ante la ciudadanía las virtudes y los hechos que los avalaban para optar a tal distinción, a tal consideración de primeros entre todos ellos. Por haber sido grandes generales y estrategas, por haber descollado en el foro, por haber demostrado ser capaces dirigir provincias, de haber resuelto graves conflictos, por haber salvado las situaciones más difíciles, por haber, en suma, demostrado antes en la vida su valía y su capacidad de liderar y dirigir, con tales precedentes, a Roma entera.
¿Me puede decir alguien de los cinco presuntos líderes que a dirigirnos se presentan en qué basan, en qué sostienen, en qué actos y hechos sustentan el pretender ser el primer hombre de Roma?
¿En qué han sido, aunque solo fuera una sola vez, destacados? ¿En qué han sido primeros, en qué han descollado o dónde han merecido que por su trabajo, sabiduría o esfuerzo se les considerara punteros?
¿Qué han hecho estos cinco para pretender ser ese primus inter pares, ese a quien le entreguemos mañana España?
Miremos a los cinco desde ese prisma y dejemos fuera las ideologías y otros principios cada vez más aleatorios. Y los cinco vienen a resultar iguales. No han hecho nada en la vida amén de hacer lo que hacen, que ahora se llama política. ¿Qué ha hecho Pedro Sánchez? ¿Estudios o trabajos? Peor que nada y con trampa. ¿Y Pablo Casado? ¿O hablamos de Albert Rivera? ¿O de Pablo Iglesias? ¿O de Santiago Abascal? ¿Puede alguien decir qué han hecho fuera de los partidos donde han medrado o, tras dejarlos por no ver mayores avances, han tejido a imagen y semejanza para seguir haciendo lo único que saben?
¿Saben? Se les llamaba ninis, pero decir eso ahora, cuando van a ser quienes, uno u otro o con sus pactos los gobiernos, sean quienes nos manden, es peligroso. Pero bueno sea, me atrevo. Nuestros cinco candidatos a la Presidencia del Gobierno tienen un común denominador. Son todos, los cinco, cinco ninis. En estudio y en trabajo y a las pruebas y a los hechos, a los expedientes, a su vida laboral, a sus tesis negras y a sus máster, me remito.