Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Una región con graves desigualdades

27/07/2022

No todo es igual en Castilla y León. O eso parece. A las diferencias culturales y hasta de carácter entre los habitantes de las nueve provincias se suman otras cuestiones de calado que, en estos días de incontrolados incendios, se ponen de manifiesto de manera clara. Basta fijarse en lo que sucede en Soria, donde la denominada Suerte de Pinos, que también comparte cierta parte de la provincia burgalesa, permite a los propios vecinos el aprovechamiento de la rica masa forestal que caracteriza a esta zona en la que, como sabrán, raro es que se produzcan fuegos como los que sí se registran en Zamora, Ávila, León, Segovia o Salamanca. Allí, en cambio, esa figura funciona desde hace siglos como si de una herencia se tratara entre los propios habitantes, sus progenitores y descendientes; y, lo que aún es más importante, que, gracias a esa peculiar iniciativa, la implicación de las personas en el cuidado de los montes permite una gestión de sostenibilidad envidiable, sin que por ello sean los titulares últimos de la propiedad. Por eso, habrá que colegir que no todo funciona por igual en esta extensa Comunidad Autónoma de nombre Castilla y León, sobre la que este verano se ha cebado como nunca el abrasador impacto del fuego, especialmente en la Sierra de la Culebra, Zamora.

En Soria las llamadas 'limpias' son el mejor instrumento de prevención contra los incendios. Un sistema que ampara el desbroce y la limpieza de matorrales y el recorte de ramas, entre otras actividades, en los meses de invierno y primavera, justo antes de la llegada del calor estival.

Ha hecho falta, por lo visto, que ardan miles y miles de hectáreas en una parte de la Comunidad y el fallecimiento de personas inocentes para que la clase dirigente de la región tome nota y anuncie cambios esenciales en los protocolos y plazos de prevención antiincendios.

Sabíamos, por supuesto, que no todas las políticas autonómicas funcionan por igual en las nueve provincias (se supone que para eso también se crearon las delegaciones territoriales de la Junta). Y ahora sabemos que el control público de los montes es tan dispar como las ideologías de las respectivas señorías que se sientan en los bancos del hemiciclo. Algo que es lógico y saludable en democracia, pero que supone una barbaridad incomprensible cuando se trata de preservar el medio ambiente, el mundo rural y la atención equitativa e igualitaria entre quienes lo habitan.