Francisco I. Pérez de Pablo

Doble click

Francisco I. Pérez de Pablo


¿Saben los abulenses a quién van a votar?

08/02/2022

En apenas cinco días se conocerán los resultados de unas solitarias elecciones regionales que han tenido más atención mediática que ciudadana. Es precisamente esa desatención lo que trae de cabeza a las formaciones políticas concurrentes, ya que una baja participación hará peligrar unos resultados que al inicio de la campaña presagiaban –triunfales– una mayoría holgada que evitara lo que, ya, es una realidad: los gobiernos en coalición (como en su día lo fueron las decaídas primarias) han llegado demasiado pronto a un adolescente sistema de representación político, que aún se sorprende porque dos diputados cambien su voto siguiendo su conciencia –reforma laboral– mientras se considera razonable la postura de los diputados tories pidiendo la dimisión de su primer ministro.  
En los días de campaña transcurridos no parece que los electores se hayan percatado que las urnas del domingo van a conformar unas Cortes Regionales y un Ejecutivo autonómico para los próximos cuatro años (salvo que los resultados obliguen a una repetición). Los castellanos –poco autonomistas– como es lógico están a lo suyo sin reparar que la sanidad, los servicios sociales, las infraestructuras, el comercio y también de los impuestos dependerán de la papeleta que se deposite en unas urnas que, en el caso de Ávila, dan el derecho a tener siete Procuradores autonómicos que serán parte de la mayoría que gobierne o bien de una sólida oposición o de esa vida parlamentaria errante de estar con unos o con otros y con ningunos de todos a la vez. 
En Ávila las diez candidaturas presentadas son fácilmente identificables por los electores en ideologías de izquierda o derechas (incluso las que defienden el maltrato animal u otras causa sociales o artificiales). Solo una formación –Por Ávila–, que aspira a revalidar su Procurador Regional, se define como transversal. Una corriente –transversalidad o transversalismo– que defiende la renuncia a identificar sus ideas con el espectro político clásico basado en la distinción izquierda-derecha. Desde que Por Ávila apareció en el tablero electoral hace ahora tres años su transversalidad es simplemente una estrategia electoralista –no de buena gobernanza– de un partido atrapalotodo o partido escoba que definen los ingleses, basada en la teoría del votante mediano de difuminar un posicionamiento ideológico con el fin de obtener votos de todas partes del espectro político clásico cayendo en vaguedades y ambigüedades diarias.  
Una ambigüedad (hija de la Eris griega) que suele ocultar las motivaciones propias y que como ya se ha demostrado tiene consecuencias en políticas nefastas, propaga la desconfianza y genera incertidumbre a una sociedad que requiere de instituciones políticas que generen mayor confianza. La transversalidad es ineficaz por la propia subjetividad que origina esa ambigüedad (UPD, Cs) y es que para solucionar los problemas de la sociedad es necesario un relato político coherente y capaz de sustentarse en políticas públicas congruentes.
El comportamiento electoral, según los expertos, es el resultado de una combinación de múltiples variables, pero la decisión de qué papeleta depositar en la urna siempre la toma la corteza prefrontal –encima de las órbitas de los ojos– aunque sea en el último momento. Aún algunos días de campaña y varios debates televisados quedan para que los abulenses sepan a quién van votar –derecha, izquierda o transversal–. El resultado en el día de los enamorados.