El 'crack' desapercibido

Diego Izco (SPC)
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Casemiro saluda a la afición en la celebración de la pasada Liga de Campeones en el Santiago Bernabéu. - Foto: EFE

No hay un motivo para sospechar por qué Carlos Henrique cambió su apellido (Casimiro), ni para argumentar por qué abandona el triángulo más exitoso del fútbol moderno, ese que trazó junto a Toni Kroos y Luka Modric, junto a los que fabricó cinco Copas de Europa desde la sala de máquinas. Se apunta al dinero, y probablemente sea la razón. «Quien me conoce, sabe que no me voy por dinero», señaló demasiado pronto en la conferencia de prensa… 

En el fútbol no abundan las operaciones 'win-win-win' en las que todas las partes ganan: club comprador, club vendedor y jugador implicado. Puede que estemos ante una de ellas. El Real Madrid, que lleva tiempo trabajando en un mediocampo de músculo y futuro (acaba de gastar 80 millones en Tchouaméni, trabaja con mimo el 'todocampismo' de Valverde y luce a Camavinga), acaba de vender a un futbolista de 30 'kilos' por cerca de esos 80, el doble del valor de mercado que le otorga el portal Transfermarkt.  

Casemiro, que en el cuadro merengue no ocupaba los primeros lugares del escalafón salarial, de repente se va a encontrar con un contrato de 11,5 millones por temporada (al mismo nivel que De Gea) a una edad en la que es difícil mantenerse en la élite con semejante sueldo. Y el Manchester United, un club que lleva demasiado tiempo sin rumbo ni capitán, gastando cantidades ingentes por piezas sin peso internacional, se asegura un tipo que no falla y pondrá cierto orden en una parcela caótica. 

Progresión

Al sudamericano, conforme fue creciendo, se le puso cara de Mauro Silva, aquel futbolista descomunal del Deportivo que reventó los prejuicios europeos sobre el mediocentro brasileño que solía llegar al Viejo Continente. El 'cinco' de la 'Canarinha' campeona en EEUU'94 fue uno de los primeros medios defensivos modernos: despliegue, trabajo físico descomunal, potencia… pero sobre todas las cosas, una disciplina táctica enorme capaz de sostener al equipo y  liberar a los creadores de juego sin que el sistema se resquebrajase. La lista, hasta los 90, estaba compuesta por genios como Didi, Luis Suárez, Masopust, Neeskens, Breitner, Rijkaard, Tardelli y un no tan largo etcétera. El fútbol cambió a finales del pasado siglo XX y el pivote tuvo que adaptarse.

Esa ha sido la clave en la carrera de Casemiro, hoy flamante jugador del United. Ha sabido hacerse un hueco adaptándose a cada momento de la historia, a cada libreta de distintos técnicos, a cada instante del partido. Y ha sabido hacerlo 'engañando' a todo el mundo: extrañamente, a día de hoy, todavía está vivo el debate sobre si es o no un buen futbolista, si es un 'leñador' o un tipo capaz de aparecer siempre en el lugar oportuno, si su fútbol es eminentemente destructivo o está disimulando para sorprender con pases exquisitos que rompen líneas o llegadas inesperadas que se traducen en goles y sellan partidos. 

«No es un gran jugador y es demasiado caro. Tuvo suerte de estar en el Madrid», decía Graeme Souness, exfutbolista y analista en Sky Sports. La lógica responde por sí sola: son 22 títulos en sus vitrinas, titular indiscutible en el mejor Madrid de la era moderna y en Brasil (63 veces internacional absoluto)… y en la desesperación de su propio caos, un club como el inglés ha apostado todo al '14'. La pequeña historia del brasileño se empezó a escribir con aquella exhibición de personalidad en Dortmund, pero ha añadido un renglón en cada cita. Se las ha ingeniado para sobrevivir sin destacar, para triunfar sin ser portada, para ser el medio con más trofeos de la última década sin que se note.