Ellos también luchan para ganar la batalla al fuego

M.S.J.
-

Los voluntarios que mantienen vivo el espíritu de solidaridad, trabajan sin descanso en el parque comarcal de incendios de Cebreros

Ellos también luchan para ganar la batalla al fuego

Esta nave se ha convertido en la base de habituallamiento, que lleva funcionando desde que dio comienzo el incendio el pasado sábado y a donde acuden todos los brigadistas que trabajan contra el incendio para, además de cargar el material necesario, poder descansar y recargar energía.

Gema, Blanca, Miriam y Fran, son algunos de los nombres de los más de 150 voluntarios que han dedicado su tiempo libre a ayudar a que esta tragedia sea más llevadera, recibiendo constantemente a brigadistas y bomberos a los que alimentar y saciar la sed que provoca estar en primera línea de lucha.

Ellos no están allí, pero tal y como explica la teniente de alcalde del ayuntamiento de Cebreros, Sandra González, "sin ellos nada sería posible y el pueblo se ha volcado completamente", agradece. Los voluntarios se han organizado de manera que siempre haya alguien las 24 horas del día para atender cualquier demanda que llegue desde el frente. Una iniciativa que no hubiese sido posible, "sin la ayuda de las empresas locales y de los vecinos de otros pueblos" señala Sandra, quienes también han participado dando sustento de los productos que trabajan, como los hielos donados por la fábrica de hielos de Cebreros, o las bebidas cedidas por las distribuidoras que reparten por los bares de la zona, así como los comercios locales para poder hacer los bocadillos.

Ellos también luchan para ganar la batalla al fuegoEllos también luchan para ganar la batalla al fuego

Voluntarios. Dentro del grupo de voluntarios que se ha sumado a la lucha contra el fuego, se pueden encontrar diferentes perfiles, desde jóvenes hasta personas que compaginan su jornada laboral con su aportación como voluntario. Este es el caso de Fran, quien además de trabajar de siete de la mañana a tres de la tarde en su trabajo habitual, emplea su tiempo de descanso en ayudar tanto en la zona de habituallamiento haciendo bocatas y suministrando la bebida a los brigadistas, como en el frente, donde saca toda su valentía y lucha contra las llamas si le necesitan, algo que asegura, solo es posible si "no conoces el terreno que pisas por si tienes que escapar saber en que dirección avanzar".

"Hacer todo lo necesario, para que sea más fácil para el resto", así es como Gema está viviendo esta situación. Lleva desde el sábado ayudando como voluntaria y durante sus vacaciones en el trabajo, ha decidido quedarse para seguir ayudando, llegando a estar hasta veinte horas seguidas en la zona de habituallamiento, en donde se encarga de hacer bocadillos, descargar los camiones de agua y comida que llegan. Una labor que considera básica y en la que "la ayuda de los pueblos de alrededor es necesaria", ha señalado.

Una idea que también comparte Blanca, quien se encarga de ir a comprar todo lo necesario para tener todo a punto en el momento que llegan los brigadistas y destaca la solidaridad del pueblo de cebreros y los municipios cercanos. Una situación que se vive "con desesperación de ver como se quema el monte e impotencia de ver que no se apaga", lamenta Blanca. Los voluntarios hacen turnos en función de su situación personal ya que muchos trabajan, tienen hijos que cuidar o negocios que atender, pero en el caso de Blanca, pasan casi todo el día en la base, y asegura que cuando se van a casa a descansar "no podemos dormir por los nervios de saber que está pasando y preferimos estar aquí ayudando".

Ellos también luchan para ganar la batalla al fuegoEllos también luchan para ganar la batalla al fuego

El mismo sentimiento tiene Miriam, una joven que ha dejado a un lado las fiestas y las ganas de disfrutar de otros años y propios de su edad, para aportar su grano de arena en la lucha contra el incendio que está quemando el monte de su pueblo, Cebreros. Asegura que, aunque los brigadistas estén cansados "son los que animan a los demás, siempre vienen con una sonrisa", mientras que son los voluntarios, "los que estamos más decaídos", ha señalado.

Con la incertidumbre de no saber lo que pasará y a la espera de buenas noticias, los voluntarios siguen al pie del cañón, trabajando sin parar para poder ayudar a todos los brigadistas que luchan de sol a sol contra las llamas, pero con la esperanza de que esta pesadilla acabe pronto.