En busca del amparo de San Antón

M.E
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Cientos de caballos y de mascotas, entre ellos perros, gatos, tortugas y hasta lagartos, se dieron cita en la tradicional bendición en San Vicente

En busca del amparo de San Antón - Foto: David Castro

El frío, el viento y el sol, a ratos, quisieron sumarse a la celebración 'atrasada' de San Antón, una fiesta dedicada a los animales y que, dos años después, regresó al entorno de la basílica de San Vicente con prácticamente la misma fuerza que antaño. Ni el frío ni la sexta ola de la pandemia impidieron que decenas de mascotas, la gran mayoría perros pero también gatos, tortugas, ratones y hasta lagartos, se dieran cita en el corazón de la ciudad para ponerse en la fila de la bendición del patrón de los animales que ofreció el párroco de San Vicente, Fernando Gutiérrez, un gesto que si siempre se agradece, es más bienvenido si cabe en estos tiempos difíciles. Eso sí, como viene siendo tradición los primeros en buscar y recibir la protección del santo fueron los más de un centenar de caballos que, poco antes de las dos de la tarde, hicieron su espectacular entrada desde la ronda para recibir la ansiada bendición junto a jinetes de todas las edades, en el marco de un lucido desfile y de la mano de la Asociación Abulense de Amigos del Caballo, organizadora de la cita.

Desde la una de la tarde los aledaños de San Vicente fueron ganando ambiente. Parejas y familias enteras con sus queridas mascotas y  muchos curiosos que no quisieron dejar pasar la oportunidad de ver a tantos animales juntos formaron una estampa que se pareció bastante a la de otros años, si no fuera por las mascarillas. El frío se notó en el abrigo de pequeños y mayores pero también en el de perros y gatos, muchos de los cuales iban bien arropados o vestidos para la ocasión. Los perros, de todos los tamaños y razas posibles, ganaron por goleada, aunque nunca faltan los hámster, los peces y algún animal algo más exótico, como un lagarto llegado desde las antípodas.

«Es un dragón barbudo o pogona que me regalaron en junio por mi cumpleaños», nos comentaba Amanda, una niña que también puede presumir de perro, gato, de un agaporni y dos tortugas . El lagarto era la novedad de este año. «Es muy tranquilo y es el que más recomiendan para tener en casa, necesita un terrario que sea más grande que él para que tenga espacio, una manta eléctrica y una luz ultravioleta para que le dé la vitamina que le falta», apuntaba.

No muy lejos de allí Erik esperaba pacientemente al inicio de la bendición con su tortuga Iru, de cuatro años. «Es la primera vez que la traigo, fue mi primera tortuga, es la que más me gusta de las cuatro que tengo y tiene un gran valor sentimental para mí», señalaba antes de explicarnos el por qué de su vínculo con este animal: «Es el único al que no soy alérgico».

Los gatos también tuvieron su espacio. En una mochila transparente para que estuviera «tranquilo y protegido» encontramos a Joker, un cachorro de seis meses que «fue rescatado de la calle con mes y medio y que desde entonces está en casa», subrayaba Eva, quien tiene este día como «una tradición» para todos los animales de la familia.  

Perros hubo para todos los gustos. Desde unos pequeños y veteranos chiguaguas que venían desde Madrid y que iban bien tapados en su carrito por encontrarse uno de ellos algo delicado de salud, hasta unos estilizados galgos, los mejores amigos del hombre fueron los grandes protagonistas, en unos casos por primera vez y en otros ya como una costumbre. Isabel cumplió con la fiesta por cuarta vez con la perrita Sheima, que «salió de la protectora», y Ángela escogió a una galga para recibir la bendición de entre todos sus animales, tres perros, cuatro canarios, un ajolote y tres hámster, y no lo hizo por casualidad . «Es un animal a veces denostado y que, aunque se le utiliza mucho para la caza, es muy tranquilo y casero y me gusta darle visibilidad».