Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Año nuevo

02/01/2023

Basta un leve vistazo al calendario y a los acontecimientos previstos para coincidir en que este 2023 recién estrenado promete de verdad. Ante todo, hay que desear que algunos malos augurios con que ha terminado el 2022 desaparezcan del ambiente.
Porque no se puede olvidar que terminó con unas cifras aterradoras de crímenes relacionados con la violencia de género, convertida ya en una lacra espeluznante, en la que da la impresión de que cada crimen tiene efectos miméticos hasta prolongarse en otro aún más terrible, como lo ha sido la reciente agresión mortal a una mujer embarazada, sin que el reproche social o el agravamiento de las penas haya sido capaz de frenar la masacre. Tampoco es despreciable la información que llega otra vez de China, con noticias de oleadas interminables de contagio de virus; lo que vuelve a generarnos preocupación y temor, aunque los expertos se esfuerzan en impartir tranquilidad con razones científicas, porque todavía tenemos muy cerca en el tiempo el impacto de la experiencia vivida, que querríamos olvidar cuanto antes. Y la guerra de Ucrania, y la crisis energética, y la inflación y los precios, y las incertidumbres económicas.
Así que hay serias razones para desear que el nuevo año sea mejor que el anterior. Y habrá que empezar por desear que mejoremos colectivamente el nivel de tolerancia y de respeto en nuestra sociedad. 2023 va a estar cargado de ambiente electoral, con elecciones municipales en toda España y regionales en muchas comunidades a finales de mayo, y con elecciones generales a final del año, previsiblemente en noviembre. No se puede decir que el clima político actual sea el más sosegado de todos los posibles y bastará un poco más de leña en el fuego para que la tensión social se incremente peligrosamente. Las citas electorales debieran ser una gozosa expresión de libertad democrática y no debieran convertirse en una amenaza para la tranquilidad social. No otro es el deseo para el nuevo año: que la legítima contraposición de ideas, de ofertas y de proyectos políticos no implique riesgo de división social; y que esos malos augurios con los que se despidió 2022 sea cuanto antes un penoso recuerdo del pasado.
Les dejo, pues, felicitado el año exactamente en esos términos y con esas condiciones.