«La riqueza material nos ha empobrecido en lo moral»

D. Casillas
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El poeta Basilio Sánchez, médico de profesión, presentó en Ávila el poemario 'He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes', un libro valiente, claro y hondo en el que reivindica el valor del humanismo frente a lo superficial

El poeta Basilio Sánchez, autor entre otros poemarios de Los bosques interiores, La mirada apacible, Al final de la tarde y Esperando las noticias del agua, accésit del Adonáis y del Jaime Gil de Biedma y ganador de premios como el Internacional de Poesía Unicaja y el Internacional de poesía Tiflos, pasó este martes por la Casa de la Poesía San Juan de la Cruz, coordinada por la poeta abulense María Ángeles Álvarez, para hablar de otro de sus trabajos, He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes, que le supuso el XXXI Premio Loewe el año 2018.

Leer su poesía en un lugar «tan lleno de simbolismo como es la Universidad de la Mística», fue para este poeta extremeño «un gran aliciente, porque mi poesía siempre ha tenido mucho que ver con el humanismo y con la espiritualidad, y Juan de la Cruz y Teresa de Jesús son referentes de este tipo de poesía, de este tipo de concepción humanista de la vida».

He heredado un nogal..., resumió su autor, «es la poesía de alguien inclinado en silencio ante la tumba de la vida que podía haber tenido, de las cosas que podían haber sido, y a pesar de la pérdida de nuestra civilización actual y la ausencia de valores, no renuncia al regalo de lo inmenso, a ese nogal  capaz de crecer y fructificar sobre el mantillo de ceniza de nuestra época».

El libro, explicó, «puede entenderse como una reivindicación de que, a pesar de que probablemente nuestra civilización no esté en un momento álgido de humanismo, hay que mantener la esperanza y la perspectiva de que todavía queda mucho bueno de lo que podemos disfrutar en este mundo». El problema de esta sociedad que quiere poner de relieve en He heredado… es que «nuestra civilización se ha enriquecido mucho desde el punto de vista material, pero se ha empobrecido enormemente en lo ético y en lo moral», y «la poesía que yo escribo intenta asumir la conciencia humanista de la existencia, e intenta situar al individuo en armonía con su entorno, de manera que supone un cierto cuestionamiento de la forma de vida que tenemos, rica en cuestiones materiales pero muy pobre en las cuestiones humanas y espirituales».

«Hay esperanza de que esa situación cambie, y parte de ella viene de la mano de la poesía, porque ante esta situación social uno puede tener una actitud catastrofista, negativa o de abandono, pero yo quiero creer que otra vida es posible, que podemos retirarnos a esos espacios compasivos, mansos, en los que el hombre puede convivir con las cosas que constituyen su existencia».

Con ese convencimiento, siguió, «construyo mi poesía sobre esa idea;  la riqueza, la comodidad, la complacencia hedonista de nuestra sociedad se está pagando, como decía Tolstoi, con sordidez moral. Pero la poesía ofrece una resistencia activa de carácter moral que nos ayuda a superar la inclemencia de esta época. Yo creo que la función de la poesía es, precisamente, la creación de un espacio de resistencia, un espacio moral, manso, en el que podamos vivir los unos con los otros y con las cosas que nos rodean, donde podamos amarlas, disfrutarlas y protegerlas».