Vicente García

El buitre de colores

Vicente García


Realmente ¿es Ávila accesible?

03/02/2022

Sin duda, la ciudad en los últimos años ha ganado en accesibilidad, especialmente de cara al turismo y en las zonas más céntricas; pero si somos realistas aún queda mucho, mucho por hacer, sobre todo en algunos puntos que pueden ser neurálgicos para el acceso de los visitantes pero que han estado abandonados desde siempre y por todas las corporaciones que han ido pasando por aquí.

Ahora son noticia estos últimos días las famosas escaleras mecánicas que encienden de nuevo la polémica, y la accesibilidad retratada en los medios para que los que no lo tienen fácil puedan visitar mejor el monasterio de La Encarnación. Y es que facilitar a las personas los desplazamientos que no sean en automóvil y eliminar todo tipo de barreras para ello, siempre será bienvenido siempre que no rompan o destrocen la estética de una ciudad monumental. Pero si en otros lugares turísticos lo han conseguido, ¿por qué nosotros no?

Y visitando la web de las ciudades patrimonio, y su mapa de accesibilidad puede observarse que el de Ávila se queda corto y desconecta totalmente monumentos tan interesantes e importantes como el de la iglesia de San Andrés, o el también muy visitado monasterio de la Encarnación que ahora se verá mejorado con las obras en proceso, pero que sigue descolgado del resto de los edificios históricos accesibles en el centro de la ciudad. Algo que no es tan difícil de solucionar, ni a nivel técnico ni económico, ya que con un poco de voluntad y ganas pueden realizarse accesos adecuados que conecten más amablemente con el resto.

Y como muestra vamos a realizar un pequeño pero intenso recorrido virtual desde dicho monasterio hasta el Centro de Recepción de Visitantes desde donde sí comienza una ruta cómoda hasta el casco histórico de nuestra hermosa ciudad.

Desde la Encarnación hacia San Andrés, la mejor forma de hacer un recorrido sin grandes cuestas es ir hacia la escuela de educación infantil de La Encarnación y atravesar por la calle Palencia, en dirección a nuestra iglesia románica por excelencia. Es una ruta que siguen muchos visitantes a la ciudad, también en sentido contrario.

Eso sí, si no tienes plena movilidad, ahí te quedarás, porque subir hasta el Centro de Recepción de Visitantes, que está situado sólo a unos pocos metros es labor imposible.

La salida natural y más directa hasta dicho edificio turístico son la calle Telares, la calle Valseca, o la plaza situada frente a la travesía de la Calle Ajates. Las tres, especialmente la primera y la plaza mencionada van directamente a ese punto neurálgico del turismo que viene a nuestra ciudad, pero por ninguna de ellas podrán llegar los que tengan que hacerlo en silla de ruedas o tengan una incapacidad física que no les permita caminar con facilidad.

Y no sólo hablamos de cara al turismo, porque cualquiera que lleve una silla de bebé, un carrito de la compra o no tenga buenas piernas, ahí se quedará o tendrá que realizar una inaceptable vuelta para llegar a la carretera de Madrid dando un largo rodeo.

Camino bastante por esa zona norte de la ciudad y más de una vez me he encontrado con la penosa circunstancia de que alguien con escasa accesibilidad me ha preguntado cómo podía acceder al centro urbano, y sintiendo vergüenza ajena he tenido que indicar ese largo recorrido, cuando a escasos metros pero con unas escaleras totalmente inaccesibles estaba su destino.

Pero lo más penoso de este asunto es que observando esos tres lugares mencionados y la amplitud de los escalones existentes así como el terreno aledaño, no hay que ser un experto para darse cuenta de que pueden realizarse unas rampas que permitan la subida al menos por una de las tres calles, sin que ello suponga un gasto excesivo, y ampliaría notablemente el mapa de accesibilidad abulense, no sólo de cara al turismo, sino para todos los habitantes de esta zona norte, de los que a veces uno piensa, que sólo se acuerdan de ellos cuando se aproximan las elecciones.

Yo invitaría a "los políticos" de turno, de todos los colores, a que se sienten en una silla de ruedas sin que nadie les empuje y traten de llegar desde la Encarnación o San Andrés hasta el Centro mencionado, a ver qué opinan y qué tal se les da la ruta.