La familia y uno más

Mayte Rodríguez
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Quince niños están a la espera de ser acogidos temporalmente en Ávila, buscan la atención y el cariño de una familia dispuesta a abrirles las puertas de su casa porque, por diferentes motivos, sus padres no pueden darles la protección que necesitan

La familia y uno más - Foto: Jonatan Tajes

Cristina se fue de vacaciones con su marido y su hijo y allí, en sus días de ocio, se dio de bruces con una realidad desconocida para ella. «Conocimos a un niño de ocho años que no estaba bien atendido, salía a las dos del cole, a las dos y diez ya estaba en la calle y no podía volver a su casa hasta las nueve de la noche, no merendaba, no había ningún adulto responsable de él, ... Nos enteramos de que muchos días iba a clase sin desayunar ...», relata. El desamparo en el que ese pequeño vivía encogió el corazón de Cristina hasta tal punto que notificó el caso a Protección de Menores. Ella misma se ofreció a hacerse cargo de aquel niño que, además de no tener cubiertas sus necesidades básicas de alimento, tampoco recibía de su familia el cariño, la atención y la protección a la que todo menor tiene derecho. «Fue entonces cuando me hablaron del programa de acogimiento familiar, que yo no conocía, y me pusieron en contacto con Cruz Roja de Ávila», entidad encargada de prestar este servicio a través de una encomienda de la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León. Cinco años después, la familia de Cristina ha abierto las puertas de su casa a cuatro niños, todos ellos bebés, de los que su familia biológica no puede hacerse cargo por diferentes circunstancias. Mientras charlamos con ella se escucha de fondo al último pequeño que tienen en acogimiento temporal, que lleva con ellos poco más de un mes. «Ves cómo vienen los niños y cómo se van», afirma en alusión a las mejoras que experimentan a nivel de nutrición y alimentación, pero también en lo que se refiere a la estimulación cognitiva que precisan los bebés para su correcto desarrollo. «Hay que estimularles, en mi familia somos mucho de cogerles en brazos, les dedicamos mucho tiempo y hemos visto que cada niño que venía se encontraba a gusto con nosotros», celebra Cristina, mamá de acogida y madre biológica de un niño para el que el programa de acogimiento familiar «es una experiencia muy positiva».

La mejor prueba de ello es que él considera «hermanos» a los niños que han venido a ampliar su familia. «Mi hijo tenía siete años cuando acogimos al primer bebé y siempre le hemos implicado mucho en su cuidado, además es muy responsable, así que sabe preparar biberones, cambiarles, cuidarles, también les canta, les enseña a andar, ...», relata, orgullosa, su madre. «Está muy implicado y todo eso le enriquece mucho, se vincula a ellos desde el cariño y les cuida muchísimo», subraya.

Eso sí, abrir las puertas de una familia a un desconocido no es precisamente un camino de rosas. En el caso de los bebés, el tiempo y la atención que necesitan es constante porque, por edad, son muy dependientes. Biberones, pañales y, a veces, noches sin dormir pasan a formar parte de las rutinas de un hogar cuyo día a día se ve inevitablemente alterado. «Sí, es sacrificado, pero muy satisfactorio porque ves que esos niños tienen un futuro», defiende Cristina.

Y lo más seguro es que ese futuro se desarrolle lejos del hogar en el que ese menor encontró la protección y la estabilidad que necesitaba porque una de las condiciones del acogimiento familiar es que sea de carácter temporal. «A diferencia de la adopción, en la que la motivación es cubrir una necesidad parental, en el acogimiento la motivación tiene que ser altruista, es decir, querer ayudar a un niño, darle cariño, darle pautas, ... Pero solo durante un tiempo porque ellos tienen sus padres y si es posible el retorno con sus familias biológicas, se llevará a cabo, eso tienen que tenerlo muy claro las familias acogedoras», revela Margarita García Peral, técnico de Cruz Roja de Ávila y responsable de acogimiento familiar.

En la actualidad, quince menores esperan en Ávila un familia de acogida. Dos de ellos tienen entre 2 y 5 años de edad, tres tienen 9 años y diez son mayores de 10 años. Las familias que decidan dar el paso de generosidad mayúscula tienen que llamar a Cruz Roja de Ávila (920224848). Allí les informarán sobre este programa y les acompañarán en el proceso previo al acogimiento a través de un curso en el que «desde el primer momento estamos reflexionando sobre lo que puede implicar la llegada del menor a su familia, su adaptación al día a día y también la despedida», explica Margarita García Peral. «Es una manera realista de que uno empiece a tomarse la propia medida y que vea por sí mismo si es el momento adecuado para la familia o no lo es».

En el caso de Cristina, toda una veterana ya, la experiencia es positiva. «Es muy gratificante, yo animo a la gente a que lo intente».