Chema Sánchez

En corto y por derecho

Chema Sánchez


Y en Ávila, ¿por qué no?

03/12/2022

De un tiempo a esta parte, el sentir imperante en Ávila se asemeja más al de la resignación que al del empeño o la superación. Vivimos más preocupados que ocupados, que diría el otro. La realidad es que, históricamente, se han dejado pasar muchas oportunidades. Por hache o por bé, por tal o cual interés (o desinterés), hemos tirado piedras contra nuestro propio tejado. De modo que, lo mejor casi siempre se ha ido a otros lugares que, curiosamente, ya han pasado esa pantalla y ahora siguen quejándose. Sin embargo, yo me niego a aceptar autocompadecimientos del tipo: por algo será. Porque, si no estoy equivocado, nadie nos ha movido aún de donde estamos. A apenas una hora y cuarto –en coche y con peaje– del 58 núcleo urbano más poblado del mundo, Madrid, con 6,7 millones de habitantes.
Todo esto tiene que ver con sacar de una vez esa garra combativa que se presupone a gente forjada en el frío, como nosotros, y con cómo nos han ganado la tostada, yo diría que de una manera explícita y sin rubor, en tiempos anteriores.
Hace unos días, tuve la oportunidad de asistir a un encuentro en el que intervenía Erwan de la Villéon, el consejero delegado de Puy du Fou, ese impresionante parque temático sobre la Historia de nuestro país que han montado, con capital francés, en los alrededores de Toledo, y que sólo en su primer año abierto recibió a más de 600.000 personas. Estoy convencido de que en este 2022, superarán en más del 50 por ciento esa cifra. 
Ese francés nos relató cómo, en los años 70, un vizconde galo, Philippe de Villiers, se lió la manta a la cabeza y creó unas exitosísimas instalaciones que han tenido su adaptación y traslado a España. En el parque toledano se habrán invertido, en 2028, unos 242 millones de euros. Una manera excelente de hacer frente a la sangría poblacional de las últimas décadas y un modo de mantener a la gente en el territorio, a partir de algo tan arraigado y exprimible como el relato de hechos que han tenido lugar aquí, en España... Y en Ávila, ¿por qué no?
Erwan de la Villéon narró cómo la Junta de Castilla-La Mancha y el Ayuntamiento de Toledo acogieron el proyecto con entusiasmo. Porque resulta que hay políticos que miran más allá de su ombligo y buscan soluciones para sus ciudades y sus vecinos.  De vez en cuando conviene salirse del carril, sin descarrilar, levantar el pie del acelerador, mirar al horizonte y plantear objetivos razonados y alcanzables. Algo que, me van a permitir que les diga, por aquí no se estila demasiado, por no decir que casi nunca.
Al final, todos rendimos cuentas de lo que hacemos, sea ante unas urnas o delante de nuestro jefe, que todo el mundo tiene un jefe. Y en política como en cualquier ámbito profesional hay personas con visión y sin visión, honestas y deshonestas, éticas y sin una pizca de ética, comprometidas y superficiales…c Pero, lo mejor de todo es que al final la verdad siempre sale a la luz. Y, lo que es mejor, sucede que la gente, como ocurre con los niños, que saben cuando un mayor los quiere de verdad, también respeta a quien se compromete con él, no así a quien promete hasta que logra un puesto y si te he visto, no me acuerdo. 
De la Villéon nos contó el complicadísimo momento que vivió, en el mes junio, cuando un gran incendio casi arrasa Puy du Fou. De hecho, nos explicó en detalle ese episodio. Cómo aquella millonaria inversión casi queda reducida a cenizas. Pero lo hizo de tal manera, con alma y emoción, que si cualquiera de los que estábamos en el auditorio no había estado nunca allí, ya estaba deseando comprar una entrada para ver aquello. Yo se lo recomiendo. Ese corazón en la mano falta a veces por aquí, en esta política cortoplacista y emponzoñada en la que estamos instalados y que, a mí en particular, tanto me hastía.
Soy de los que cree que hay que vivir las cosas para que salgan bien.
De aquel fuego, el francés, que nos habló en un perfectísimo castellano, sacó muchas conclusiones. La primera es que los vecinos de la zona fueron a ayudar, los empleados no querían salir del parque amenazado por las llamas bajo ningún concepto, porque había que evacuar de allí a la gente y a los animales. 
Tiene mérito que un proyecto como ese de Toledo haya triunfado en un país como éste en el que nos ofendemos por la tontería más nimia, en el que siempre tiene que haber dos bandos con visiones antitéticas de la vida. Pero si lo pensamos, constituye toda una lección: tienen que venir de fuera para interpretar nuestra historia y que nos guste a todos. Así de orgullosos y zoquetes somos. Y lo seguiremos siendo, hasta que nos queramos dar cuenta. Ya me entienden.