Carolina Ares

Escrito a tiza

Carolina Ares


Diario

07/01/2023

Hace años que llevo un diario. De manera intermitente, y con pausas considerables, pero con la suficiente frecuencia para poder recordar lo más importante de los años pasados. Al principio era un mero registro de mis actividades, casi esquemático en agendas de semana vista. Después pasaron a ser de las de página por día. Ahí tenía que contar lo que me había ocurrido en cada jornada. En ocasiones me sobraba mucho espacio y en otras no me cabía todo lo que había que contar. En algún momento me di cuenta de que me era mucho más rentable usar cuadernos. Desde el final del confinamiento (que no está escrito pero básicamente sería: tos, teletrabajo, tos, leer, tos, aplaudir, tos y más tos) me lo tomé casi como un ejercicio literario. Escribir un diario es una rutina y podría servirme para pulir estilo. Por supuesto eso no pasa, al sentarme a escribir en el diario simplemente suelto lo que ha pasado y a otra cosa. 
Pero me he dado cuenta de que, a no ser que seas Virgina Woolf o Milena Busquets, el valor del diario no es escribirlo, es leerlo con el paso del tiempo. Abrir sus páginas aleatoriamente y descubrir que el 30 de mayo de 2012 estaba tomando el sol y leyendo en el porche de Santander y me fui a tomar unas rabas a Suances, que el 17 de marzo de 2017, viernes, fui al Museo del Prado con los alumnos que estaban en quinto de primaria, por la tarde fui al estreno de 'La bella y la bestia' de carne y hueso y luego estuve tomando algo con Manuela y Javier y allí me encontré con Bego y Eduardo. Que todos los sábados del primer semestre de 2014 me iba a Madrid a prepararme el C2 de inglés y al salir iba al Museo Sorolla. El 30 de abril de aquel año fui con Lore y Bene a ver 'Ocho apellidos vascos'. El 27 de septiembre de 2016, martes, me abrí la cabeza cuando iba a comprar un libro, el 16 de marzo de 2012 estuve viendo videos de Elmo con Álvaro, que en aquel entonces tenía 2 años. El 19 de febrero de 2021 hice salchichas con curry de cena y el sábado 3 de abril de 2022 fui dando un paseo donde Luis a por el periódico y además eché el Euromillón. O que el 26 de enero de 2014, domingo, vinieron mis tíos a comer y a mi abuelo se le veía feliz.
Lo más curioso, al leerlo ahora, es lo bonito que se ve el día a día, las cosas que han sucedido dentro de la normalidad. Aquello que puede seguir pasando aunque de manera distinta y que no es diferente de lo que anotaré este año en mi diario. Porque estoy segura de que leeré que iré al cine y de excursión con los niños, haré cenas, tendré accidentes ridículos (aunque espero menos aparatosos) y, desde luego, seguiré echando el Euromillón, esperando que haya suerte. Lo que ya no haré será tomar cañas con Javier ni ir al cine con Bene ni ver a mi abuelo feliz. Pero que bonito es leerlo, y encontrarlos de repente en las páginas de tu diario.
Este año no estreno diario, sigo con el mismo cuaderno que usaba la semana pasada. Y, de momento, tampoco he contado nada nuevo. De hecho ya he leído, he tomado rabas y he estado con Álvaro. Pero lo que sí que espero es seguir llenando sus páginas con historias cotidianas de esas a las que no das importancia cuando pasan y que sin embargo son las que hacen la vida. Aunque he de reconocer que, en el fondo, lo que si me propongo este año es que la escritura del mismo evolucione, aunque no llegue a la altura de la de Virginia o Milena. Ese sería un bonito propósito de año nuevo.