Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Exoneración judicial, no moral

15/12/2021

La fiscalía suiza acaba de archivar la investigación iniciada para averiguar la procedencia de 65 millones de euros que el rey emérito Juan Carlos I tenía depositados en una cuenta suiza y que posteriormente acabaron en otra de su examante Corinna Larsen. Con esa decisión se despeja el horizonte judicial del rey que todavía tiene abiertas en España y en el Reino Unido. Lo que no se despeja es el horizonte moral ni el político.  

El fiscal suizo no ha podido acreditar la procedencia de ese dinero que Juan Carlos I dijo siempre que era una donación de su hermano el rey de Arabia y que no tenía nada que ver con comisiones por la adjudicación del AVE a La Meca a empresas españolas. Pero el dinero llegó a una cuenta del país helvético y no se declaró a Hacienda. En aquellas fechas, el rey estaba protegido por la inviolabilidad por el ejercicio de su cargo.  

La inviolabilidad, como la prescripción de otros delitos por los que se le investiga, junto a la regularización fiscal que ha realizado, no ocultan, sino que certifican que las conductas impropias existieron y que si no pueden ser sometidas a juicio son por unas circunstancias que le favorecen, y que merecen todo el reproche moral, porque buena parte del prestigio de la institución que encarnó se basa en la ejemplaridad. Una actitud que tuvo en sus primeros años de reinado, fundamentales en el devenir del país y que en un momento se torció con muchas connivencias, muchos silencios y mucha protección de quienes no fueron capaces de embridar su comportamiento personal.  

Ya estaba previsto, y ahora con más razón, que la Fiscalía del Tribunal Supremo archive las investigaciones sobre las tres causas que el rey emérito tiene abiertas en nuestro país. Si se han prorrogado las investigaciones hace unas semanas era precisamente a la espera de ver lo que ocurría en la justicia suiza. Si el fiscal suizo ha archivado la causa en ese país, las comisiones rogatorias solicitadas seguirán de forma previsible el mismo camino de la falta de pruebas. Tampoco se escapa que el manejo de los tiempos es esencial, que el rey Felipe VI tiene por delante dos intervenciones públicas de gran calado, el mensaje navideño y la Pascua Militar, sobre los que sobrevolarán la situación personal y judicial del rey emérito. Pero hay que reiterar que la exoneración judicial no borra el daño causado.  

No porque haya quien de forma interesada tire por elevación y presente una enmienda a la totalidad a la Corona, sino porque el rey emérito se ha convertido en su mejor aliado y debiera tratar de revertir esa situación para defender la institución a la que él sigue representando. Del mismo modo, quienes leen el archivo de sus causas judiciales como una victoria debieran moderar su entusiasmo -su labor en la Transición no está en entredicho-y si muchos políticos le han usado para dinamitar la Monarquía, otros muchos se han empeñado en tejer cortafuegos para separar el comportamiento inapropiado del padre de las medidas de transparencia adoptada por el hijo.  

Tras el cierre del expediente suizo, tras las previsibles decisiones que adoptará la Fiscalía del Supremo, solo queda abierto el frente londinense con Corinna Larsen como acusación que, si se resuelve a su favor deja la vía libre para su regreso a España.