Un columpio para Diana

I.Camarero Jiménez
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Daniel es escritor y padre de una niña con TEA, sobre ella versa uno de sus libros y lo acaba de presentar en Navarredonda, en pleno corazón de la sierra de Gredos donde toda la familia ha iniciado una nueva vida

Un columpio para Diana

A Daniel Salanova Garrosa (Madrid, 1980) le cambió la vida de forma radical hace cinco años. Entonces nacía su pequeña Diana, la tercera de sus hijos, tras Daniel y Hugo. Ella tiene TEA (Transtorno del Espectro Autista) y él como profesor de Bachillerato y novelista que es decidió contar sus vivencias en un libro que bajo el título «Hay un columpio en mi casa» contaba ese día a día en familia y las dificultades que lleva convivir con el TEA porque sin duda las hay.«Hasta ir a la compra se puede convertir en una odisea», nos cuenta. El libro lleva en la calle desde  enero pero no ha sido hasta el sábado cuando lo ha presentado públicamente y lo ha hecho en Navarredonda de Gredos.

Resulta curioso el lugar elegido, pero es que su abuelo es del cercano pueblo de San Martín del Pimpollar, un lugar que se ha convertido en el hogar de esta familia de cinco miembros. El matrimonio sopesó los beneficios que podía traerle el mudarse  a un pueblo que adoraban y en el que siempre habían buscado la calma. Hace dos años decidieron cambiar su lugar de residencia, pedir una excedencia de su trabajo en Madrid y probar un año. Todo salió bien y llevan dos haciendo su vida en Gredos.

Con la publicación de esta obra relata Daniel a Diario de Ávila lo único que pretendía era contar su historia y que le sirviera para dejar volar las emociones. No pretendía ni pretende ser «ni un libro de autoayuda, ni tampoco un libro triste», aunque reconoce que para la gente que lo lee sí les proporciona cierta paz porque «a veces se sienten muy solos». 

Son estas páginas, y así lo presenta la editorial Adarve que se ha encargado de su publicación, «una obra inacabada o mejor aún una historia con final abierto, cambiante y sorprendente. Existe porque, henchido de lecturas y conversaciones con expertos, terapeutas, maestros y demás especialistas, he dado en dedicar un tiempo de mi quehacer literario en otros ámbitos a poner voz a una historia». Es la historia de su hija Diana.

Con Diana, con su mujer y con sus hijos Daniel y Hugo, el autor se ha lanzado a otra aventura, la de rehacer su vida en Gredos. Todo un acierto. «Mi hija va a seguir siendo autista aquí y en Madrid». Pero en la sierra abulense han encontrado el sosiego, que no tenían y además, sus hermanos han ganado en calidad de vida, tienen más tiempo libre para jugar y para compartir con sus padres y además, Diana está muy bien atendida.

 Cuando se lo plantearon llamaron al colegio. Cuenta que la directora del centro (Lara) y el resto del equipo sólo les dieron facilidades. La pequeña comparte su día a día con 10 niños que «la han conocido como es y la han arropado». En su pueblo tiene mucho más fácil disfrutar de algo tan sencillo como un parque en el que jugar  y un columpio. Sí ese columpio que da título al libro escrito por su padre y que tanta importancia tiene en el día a día. Una de las terapeutas que la atendió de pequeña estimó que le vendría bien para el equilibrio (dada la inestabilidad de la pequeña) y como en Madrid era difícil que pudiera disfrutar de uno para ella sola en el parque... pues sus padres instalaron uno en casa. Hoy ese columpio se ha mudado a Gredos, aunque ya no le hace tanta falta porque lo tiene al aire libre. Daniel lo tiene claro, no cambiaría su vida aquí por nada del mundo. Sabe de lo que habla, ha estado 40 años en Madrid.

Para poder rehacer su vida en el pueblo del abuelo, que por cierto sigue vivo y es feliz con la decisión de su nieto, tuvieron que alquilar su casa en Madrid y pedir una excedencia. «Aquí la vida es más barata» y de momento pueden mantenerse con lo que les pagan por su casa de la capital de España. Viven de alquiler, tienen ayudas y sobre todo tienen a los hijos mayores disfrutando de la infancia. Diana está muy bien atendida, tanto en el colegio como con los apoyos que una asociación abulense  les da con su servicio de respiro. Todo parece positivo. Sobre si lo recomendaría a otros padres con niños autistas, tiene claro que no, que cada familia es un mundo y que para trasladarse a un pueblo lo primero que tiene que ocurrir es que te guste vivir en esa «tranquilidad». No todo el mundo se adapta a ello.Ellos sí.

Por cierto este sábado presenta el libro a partir de las 11,30 horas en la Librería Letras de la capital abulense.