Cara a cara con Picasso

José Luis Picón (EFE)
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El museo de Málaga dedicado al genio permite descubrir los vínculos de sus obras con las de los grandes pintores del pasado

Cara a cara con Picasso - Foto: Álex Zea

A Pablo Picasso se le atribuye frecuentemente haber roto con todo lo anterior, pero la exposición temporal que abre hoy al público el Museo Picasso de Málaga confirma cómo esa ruptura se produjo a partir de un profundo conocimiento de la tradición artística.

Para ello, confronta una decena de obras del malagueño -nueve de ellas de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte- con siete piezas del Museo de Bellas Artes de Sevilla firmadas por El Greco, Francisco Pacheco, Caracciolo, Zurbarán, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, Bernardo Lorente Guzmán y Diego Bejarano.

Como señala el director artístico de la pinacoteca, José Lebrero, uno de los rasgos que distinguen a Picasso y a algunos de estos maestros fue el «deseo de innovación». «El manierismo español fue rebelde frente a otros manierismos europeos, igual que Picasso participó de un grupo de artistas que en los inicios del siglo XX manifestó su rebeldía», resalta. 

Además, Picasso, «como Stravinsky, Ezra Pound o James Joyce, pertenece a lo que se han llamado hacedores de lo nuevo, que, sin embargo, son neoclásicos, porque son respetuosos con el canon del pasado». «Picasso se acerca a la tradición de un modo dinámico, no para copiarla ni plegarse a ella, sino para aprender sus valores, su técnica y su sensibilidad con el fin de hacer su trabajo», según el director.

Una idea que comparte el comisario de la muestra, Michael Fitzgerald, para quien mostró «una profunda relación con los maestros antiguos», se mantuvo «preocupado por la tradición» y su arte «se basó en las tradiciones de su padre», el pintor José Ruiz Blasco.

Aunque el malagueño vivió en Francia durante gran parte de su vida, se puede comprobar «que su arte viene de España», según el comisario, que apunta que otro de los grandes descubrimientos de la exposición será contemplar a estos maestros españoles «como revolucionarios en su tiempo».

Además, a través de los diálogos que se establecen entre las obras se observa, por ejemplo, la inspiración de Picasso en la temática de los martirologios cristianos del arte religioso para abordar temas violentos como la muerte.

Y es que, junto a Salomé con la cabeza del Bautista, trabajo realizado por Caracciolo, se puede observar en la exposición la obra de Picasso Naturaleza muerta con gallo y cuchillo, que, como apunta Lebrero, puede aludir a un asunto doméstico en los años 40 como era el sacrificio de esta ave en la cocina, pero también puede ser una alusión a la situación de Francia -cuyo símbolo es el gallo- con la ocupación alemana.