Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


Las heridas del paisaje

16/01/2023

Viajando en AVE penetra uno en el tiempo y roza con sus ojos la historia. El silencio de la tierra predomina sobre los altos campanarios y las torres de hierro de las fábricas. La soledad de las tierras ausentes se echa encima y envuelve las lomas verdes, los bosques de encinas y alcornoques y las extensiones llenas de pinos aritméticos o los cauces de ríos, ya más muertos que vivos, que recorren como fantasmas su lecho herido. 
Hacia el sur, el monstruo de hierro se interna por el Camino Real de la Plata, que iba desde Soria a Sevilla, y ayer fue Cañada Real creada por los romanos para llevar a pastar a las ovejas a las umbrías del valle de Alcudia. Por allí, desde Alcalá, viajó Cervantes al sur durante 50 años, ya acompañando a su padre, médico barbero, o como cobrador de impuestos de la Armada Invencible. 
Esa senda era, hasta que se abrió Despeñaperros, la más natural para ir al sur. El resplandor del oro de las Indias viajaba desde Sevilla a Santander llenando Extremadura, Castilla y las demás tierras de esa locura por viajar al otro lado del mundo. 
La llanura árida, puenteada por montañas y tierras verdes perdidas, predomina como realidad de una geografía que como bien define José Álvarez Junco determina cualquier entidad política. Esa es una de las causas de que en nuestro país algunos territorios «dispongan de una gran diversidad de recursos naturales, mientras que otros son muy pobres». Las cordilleras han favorecido la disgregación, y que el territorial sea un problema de ayer hoy y mañana. Otra es la acción del ser humano. Viajando hacia el nordeste, se percibe la desigualdad del proceso de industrialización del siglo XIX y XX, que tanto condicionó la realidad económica de Castilla y Aragón frente a Cataluña y País Vasco, las tierras del mar que, gracias al petróleo, se convirtieron en focos industriales. Puertollano fue la excepción que confirma la regla. 
Cruzando la llanura helada se comprende cómo Castilla dominó pero no para sí misma, no pasó de eclesiástica y militar a burguesa, pues el núcleo del imperio se quedó a las puertas la revolución industrial. Hacia el oeste, la ausencia del AVE es un muro que rompe la simetría de un país que no encuentra su equilibrio. El tren lleva el siglo XXI en su semblante, pero por algunos lugares cruza el siglo XIX. Hablamos de muchos problemas, pero no de esta dejadez histórica que marca para muchos un futuro difícil.