Editorial

Ávila, ante sí y ante el enflaquecimiento de la industria

-

A las puertas de la inauguración de la nueva nave de estampación de Nissan, el buque insignia de su reconversión de planta de producción de vehículos, a industria de componentes, el PSOE de Ávila, en una reunión con UGT, ponía sobre la mesa la necesidad de activar el Plan de Fomento de Ávila, eje de su futura industrialización. Dos noticias que nos invitan a reflexionar sobre el problema del bajo peso del sector industrial en Ávila, que viene de décadas, pero no por ello, una cuestión insoluble, sobre todo si hay voluntad política. Donde la industria continúa siendo fuerte, como en Alemania, sigue generando innovación, valor añadido, empleo, riqueza... y la tecnología de hoy propicia su compatibilidad e integración en las estrategias de sostenibilidad.

Pero Ávila, con un atraso muy relevante en materia de industria, se está viendo arrastrada aun más por el contexto exterior que marca el inicio de la presente década. Europa está inmersa en estos momentos en una encrucijada política pero, sobre todo, económica. El encadenamiento de las crisis financiera, de la covid y de la guerra de Ucrania ha atrapado a los países de la Unión en plena transición energética y de modelo productivo. En un entorno de incremento de los costes energéticos, de amenaza de desabastecimiento de ímputs y de inflación general, España en su conjunto evidencia descarnadamente algunos desequilibrios de los que adoleció en las pasadas décadas y cuyos efectos eran entonces relativamente soportables mediante una sólida emulsión de millonarias ayudas europeas. Una de estas graves fallas, trufada de lamentos analíticos pero carente de una verdadera voluntad política y de una planificación en aras al interés general de nuestra economía, ha radicado, y radica, en la reducción del peso del sector industrial en la creación de riqueza y de empleo. En España, la industria no consigue alcanzar siquiera el objetivo mínimo del que enarbola la propia Unión Europea, donde la media de esa consistencia en el PIB alcanza el 28 por ciento. Desde las primigenias reconversiones ligadas a la entrada de lleno en la estructura y 'división del trabajo' de España en la Unión, el desmontaje del sector ha sido constante. Sirva hoy como detalle que la hostelería, el comercio y el transporte, las economías 'menos competitivas, productivas y vulnerables a variadas coyunturas' superan ya a la importancia de la industria de nuestro país. Ni siquiera regiones industriales forjadas desde mitad del siglo XIX, como el País Vasco, se libran de este desarme industrial sin solución de continuidad. El otro de las graves desequilibrios en la convergencia con la UE hay que enfocarlo en la situación y la importancia actual del campo español, un sector primario que supone el 3% de la riqueza nacional, mientras que en la Unión Europea la agricultura, la ganadería. y los subsectores de ellas dependientes. doblan ese porcentaje.

Ávila se enfrenta, por tanto, a sus propios 'demonios' seculares, agarrado firmemente a un tren cuya tracción flaquea.