Pilar Iglesias

Pilar y sus cosas

Pilar Iglesias


Cabeza. Fregar. Y no

28/11/2022

Quiero poder escuchar el canto de los pájaros al amanecer. Parar. Descansar y despertar en un nuevo día renovado. Sin necesidad de hacer nada. Aunque hoy no ha sido el día. Hoy no es buen día para escribir. Me duele la cabeza. Creo que llevo tres meses con dolor sin descanso. O quizá dos años. O quizá siempre. Pero últimamente más. Si cabe. Llevo toda la mañana intentando sentarme, pensar y volcar mis sentimientos sobre la hoja líquida. Imposible, solo por mí. Por mí y la cantidad ingente de tareas que tengo un día en el que me propongo no trabajar. No trabajar de forma oficial. Un día que dedico a los quehaceres del hogar, que no están pagados. Tiempo inmenso que se supone que debo invertir, que se supone que debo cuidar de la casa, limpiar, lavar la ropa, etc. Y ha sido una semana intensa. Y mi cabeza no para. No para. No para nunca. Y en un intento de relajación emulando al protagonista de una de las últimas novelas de Juanjo Millás, llevada al cine ahora mismo y con un Paco León decente, Damián, se llama el protagonista de ambos relatos, relatos que en calidad supera uno al otro y, como no es menos, es la escrita sobre la filmada. Damián (del que no te voy decir nada, no te voy a explicar por qué hace lo que te voy a relatar más allá de su motivación intrínseca) consigue la relajación fregando los platos. Yo no. Lo he vuelto a comprobar. Se me ha estropeado el lavaplatos. Y he vuelto a tener que fregar a mano. No quedaba ni una cucharilla de café, pero ni de las de repuesto. Nada. Ni los cubiertos de plástico que te llevas al campo. Y como la Musa no venía, he probado el método de Damián. No. Definitivamente, no me relaja. Al revés. Igual que coser y planchar. Cantar sí. Pero no estaba de humor. Quizá algún día consiga ir a un karaoke. Se lo pediré a los Reyes, aunque aún no es momento de hablar de estos asuntos. A partir de hoy, mañana ya podremos. Se abre la veda. Se levanta la prohibición. Porque ahora, no hoy, sino cuando estamos tú y yo con nuestro café, es el cumple de Lara. Nueve años. Nueve hermosos y felices años. Veo cómo crece, cómo se convierte en una mujercita pequeña que jamás reconoceré como tal. Que siempre será mi BB. Ya te lo conté el año pasado en esta misma fecha. Porque, querido eterno retorno, cada año ofrece otra oportunidad para seguir avanzando en esta espiral que es la vida. Y uno de los motivos, uno, por los que hoy, espero que no ahora, me duele la cabeza, viene por parte de mi enorme autoexigencia, mi afán de perfeccionismo y querer complacer a todas y cada una de las personas. Este año me propuse decir más «No». Y he conquistado la cima de la negación en las demandas externas. Algunos se habrán quedado en el camino. Algunas habrán pensado sapos y pestes de mí. Pero mi salud está por encima. No han salido todos los proyectos que tenía para este año, y algunos los he abandonado por falta de seriedad ajena. Estoy teniendo algunas contrariedades que debo asumir, y no como derrotas, sino como oportunidades, aunque las lágrimas inundan mis ojos incluso cuando creo que las he cambiado de signo negativo a positivo. De cada contrariedad una oportunidad. El mundo de fuera está casi dominado. Ahora me queda el más difícil. El mío.

ARCHIVADO EN: Paco León, Novela