Juan Mayorga reúne en un libro todas sus piezas breves

D. Casillas
-

El volumen recoge los 44 y textos de este tipo realizado hasta la fecha por el dramaturgo de origen abulense, siete de ellas inéditos, a través de los cuales explora nuevos asuntos y lenguajes

Juan Mayorga reúne en un libro todas sus piezas breves

Juan Mayorga, dramaturgo de origen abulense que por la calidad de su obra, la fuerza y sinceridad de su mensaje y la conexión que consigue con el público se ha convertido en uno de los autores vivos más representados en nuestro país y en el español más presente en escenarios de todo el mundo, ha reunido en un libro, titulado Teatro para minutos, todas las piezas breves que ha escrito a lo largo de su trayectoria, hasta un total de 44.

Escritos a lo largo de sus más de treinta años de trayectoria y ordenados de manera cronológica, Juan Mayorga reivindica a través de esas piezas el valor del teatro breve otorgando a sus textos una fuerte significación, además de un estilo depurado a la par que sobrio. En Teatro para minutos, (editorial La Uña Rota) también reescribe varias obras publicadas con anterioridad, lo que convierte el libro en un espacio diverso que sorprende con nuevas perspectivas y lenguajes, en el que convive el diálogo con el monólogo, con textos filosóficos, políticos y dramáticos, todo ello siempre en clave de humor.

Explicaba el autor teatral a Diario de Ávila que «desde 1990 no he dejado de cultivar el teatro breve», definición del género sólo por su extensión que comentó que «es una etiqueta dudosa, porque creo que no hay un número de páginas a partir del cual un texto teatral deja de considerarse breve, esas piezas que en teoría en un espectáculo al uso deberían ir acompañadas por otras de mayor duración», especialmente para alguien que reconoce que «me gustaría un sistema teatral que permitiese al mismo tiempo piezas de 10 minutos y de diez horas de duración».

Un valor especial que tienen las obras que llenan este libro, añadió, es que «me han permitido explorar diferentes lenguajes y asuntos, de forma que algo que me llamaba la atención lo abordaba a veces desde perspectivas que pueden bordear el poema y otras desde cerca del ensayo, pero todas ellas muy cerca de la dramatización».

Además, «siempre, sean obras de las páginas que sean, escribo con la misma ambición, consciente de mis límites y de mi falta de capacidades, pero no quiero que estas piezas breves sean vistas como piezas menores, sino que sean valoradas igual que las largas, como La lengua en pedazos o El chico de la última fila».

De esas 44 obras, siguió, «algunas han surgido de propuestas y encargos que me han hecho, en algún caso del extranjero como El buen vecino o 581 mapas, desde Londres, y otras nacieron de asuntos que luego serían desarrollados en espectáculos conjuntos con otros autores, como en la obra Vidas enterradas que se representó en Ávila o alguna que hice en los años 90 con compañeros de El Astillero… otras surgen de la necesidad de expresar algo, y en cada caso el formato y extensión elegidos son los que corresponden al caso».

En cualquier caso, añadió, «cada obra, por breve que sea, vale por sí misma, así lo quiero yo; en ellas pongo mis preocupaciones e intereses, pero también sorpresas que quizás no las recuerdo en los textos de mayor extensión, indago en lenguajes no explorados, y siempre me esfuerzo por tensionar la dramaturgia».

Además de adecuados para ser puestos en escena, estos textos son igualmente disfrutados como lectura, sin perder nunca la perspectiva de que «el texto teatral debe despertar el deseo de teatro, de llevar a los actores a reunirse y abrirse a los espectadores; por eso, aunque algunos aparentemente no sean teatrales, porque puedan estar cerca de la poesía o del ensayo, todos ellos tienen la misma intención de teatralidad».