Ara Malikian, como en casa

M.E
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El violinista volvió a emocionar al público abulense, esta vez a través de los sueños de un niño y arropado por otros cuatro músicos

Ara Malikian, como en casa - Foto: David Castro

CUÁNTAS emociones puede llegar a transmitir  la música?¿Cuántos estados de ánimo puede generar?¿Cuántos sueños? ¿Cuántos viajes? Si fueron uno de los privilegiados que este sábado asistieron a alguno de los dos conciertos que ofreció Ara Malikian en Ávila sabrá que lo que puede salir de un violín (también de un contrabajo, de una guitarra, de un piano y una batería) es infinito, y si al frente está el célebre músico libanés (y su banda), más. El violinista regresó a Ávila, donde ya se siente como en casa, para hacer una parada doble de su The Ara Malikian World Tour, una gira para presentar su último disco que prometía un viaje por los sueños de un niño, inspirado en el universo de su propio hijo, y que de alguna manera ofreció un periplo por sonidos y melodías, a diferentes ritmos y con distintos colores, con un nexo en común, la magia de la imaginación y los sentimientos.

Y así se presentó Ara Malikian en el Lienzo Norte, vestido de rojo, arropado por otros cuatro músicos de altura y dispuesto a ofrecer un concierto «de 28 horas y 33 minutos», dadas «las ganas» que tenía la banda de volver a Ávila. El violinista se mostró muy feliz de regresar a la ciudad amurallada y de reencontrarse con «un público maravilloso e inspirador» y prometió tocar temas que habían estudiado durante mucho tiempo pero también «otros que no hemos preparado y que no sabemos», para arrancar las primeras (de muchas) risas.

Antes de oír esas palabras y de poder dar ese primer atronador aplauso (como los que vendrían después), el público tuvo que esperar más de quince minutos, los que duró un primer tema con el que Malikian ya se había metido en el bolsillo a los alrededor de 700 abulenses que acudieron a la primera cita. Una pieza intensa e inquietante de inicio que fue ganando luminosidad y calidez para dejar claro por qué el libanés es considerado como un virtuoso del violín tan original como sorprendente, con esa combinación única de música clásica y moderna, marca de la casa. 

El humor, como es habitual en sus espectáculos, no faltó y Malikian fue intercalando las piezas dedicadas a sus abuelos, los «eternos emigrantes», o a sus hermanas con anécdotas sobre su vida y sobre los propios temas, uno de los cuales, por cierto, rebautizó como 'la rapsodia... avileña'. 

La iluminación y la puesta en escena, incluidos sus ya característicos saltos y bailes a lo estrella de rock, pusieron la guinda a un concierto marcado por la maestría a la hora de tocar el violín, el instrumento que le dio la fama y que en esta ocasión se rodeó de otros compañeros para crear arte con mayúsculas.