Roberto Ponce

Hablemos de Ávila

Roberto Ponce


La fuente de El Pradillo

06/10/2021

Esta columna estrena mi novena temporada de opinión en Diario de Ávila. Una etapa que comencé un 15 de octubre centrándome en la procesión de La Santa, y lo que significa ese día para la capital abulense.
En todo este tiempo ha transcurrido la vida con innumerables acontecimientos que recordaremos para siempre, como sociedad y de manera individual, para bien y para mal.
Queda muy poco para volver a presenciar una procesión en la ciudad. Yo diría que la procesión por excelencia si tenemos en cuenta la gente implicada y lo que representa, tanto en su interior como en las personas que se sitúan a lo largo del recorrido.
Sí, Santa Teresa de Jesús y la Virgen de la Caridad como reinicio de la vida. Como ese volver a empezar en las entidades de gloria y penitenciales que me suscita demasiadas incógnitas, pero que tanta falta nos hace a muchos.
En 2013 describí cómo era, y espero que siga siendo (mascarilla inducida incluida) ese día, y que de manera formidable pinta Guido Caprotti en el cuadro ‘Procesión de Santa Teresa’ en 1940. Una obra que te atrapa y puede verse en el palacio de Superunda. Cien años antes de esas palabras en este periódico, en 1913, fue Joaquín Sorolla quien plasmaba al óleo la fuente de El Pradillo como preparación del titulado ‘Castilla. La fiesta del pan’.
Con sus trazos se aprecian las costumbres, los detalles de las vestimentas y casi el sentir del pueblo a ritmo de un tamboril. La fuente como fondo, tras la que se aprecia una parte de la muralla. Si ahora alguien se atreviera a dibujar la realidad de esta zona no sé qué estilo de pintura escogería.
De lunes a viernes es un sitio de paso para los estudiantes del colegio que se encuentra un poco más arriba. Los niños aprovechan al salir para jugar sobre esas piedras de Cardeñosa colocadas en el siglo XVI y que muestran tres escudos de armas: el real, el de la ciudad y el del corregidor. 
Todo antes de montarse en los respectivos coches que los padres han colocado, en la gran mayoría de los casos, en zonas no permitidas. Léase, un terreno de tierra que tiene una señal de prohibido el paso a la entrada, o sobre las aceras de una calle que no es muy ancha y tiene dos carriles. ¿Qué provoca esto? Destrozar las baldosas de las aceras por el peso y dificultar a los autobuses su paso al estar estacionados los vehículos en ambos lados en plena curva. Unos coches que invaden el espacio dedicado a los peatones, claro está. ¿Y qué ocurre? Nada. Ni el sonido del claxon del conductor del autobús reclamando que le dejen pasar hace intervenir a los policías locales que están cerca. Día tras día.
Durante los fines de semana este enclave se convierte en un punto de encuentro de jóvenes. Unos entran en el jardín de La Viña para hacer botellón, un lugar precioso para ello. Otros suben a las mesas y bancos de piedra junto a la ermita, que más de una vez ha sido víctima de los grafitis. Pero tampoco se acaba con estas conductas reprobables.
Menos mal que el proyecto de presupuestos participativos elegido para 2021 por los abulenses fue el de la ‘Recuperación, ajardinamiento y acondicionamiento integral de El Pradillo’, que implica dos años, porque estamos en octubre y lo que se percibe en más degradación, dejadez, vallas que han tenido que ser quitadas por el vandalismo y un jardín cuidado que es disfrutado por los perros.