David Ferrer

Club Diógenes

David Ferrer


Poner en valor

22/03/2023

Se acercan tiempos peliagudos para el lenguaje, para la interpretación de las palabras, para los significados. Y es que ya llegan, ya vienen, como un tsunami, las elecciones. Veremos en las próximas semanas como se retuerce el lenguaje, como se estiran las metáforas y los símiles y quedan las palabras como un chicle desgastado en una suela de zapato. Pasen y vean. 
Se dio un paseo por Ávila el ministro de Asuntos Exteriores, un tal Albares. Parece en las fotos un hombre simpático, de corpulencia menuda. A la querencia de los micrófonos, de los cuales disfruta un político más que de un polo de naranja en agosto, se vino el hombre arriba y masculló: «hay que poner en valor Ávila durante los meses de la presidencia europea». Más ancho que corto. Supongo que es una ocurrencia, como las que hacen los cantantes en las largas giras: si hoy es Toledo se dirá a voz en grito que es una ciudad mágica para actuar y si mañana toca Castellón, también estará llena de magia, para alborozo de los parroquianos. Así que el ministro quiere poner en valor Ávila, al igual que le tocará a él o a sus colegas del consejo de ministros poner en valor Badajoz, Hellín, Constantina, Vigo y un barrio de Alicante, donde nunca ha caído la lotería.
Poner en valor es la nueva muletilla favorita de los políticos. Sustituye a aquella tan manida hace pocos años de «visualizar» en lugar de ver y rivaliza en importancia lingüística actual con el verbo «empoderar», aunque esta la usa más una parte de la bancada del Congreso. Poner en valor dice tan poco como meter ocho veces en una conversación «en plan» por parte de los adolescentes, aunque reconozco que esta, por inofensiva y abusiva, me hace hasta más gracia. Pero cuando oigo a un político decir que debe ponerse en valor tal o cual asunto, sufro una tentación de suicidio imaginario o de magnicidio surrealista. Sencillamente porque detrás de esa expresión no hay nada: humo, promesas, quedar bien y marcharnos a otra parte. Es cierto que la web fundeurae no criminaliza su uso aunque, dado que es un cliché, una moneda demasiado usada, aconseja su sustitución por verbos como valorar, fomentar, reivindicar, resaltar o dignificar. 
Agradecemos, por tanto, que el ministro ponga en valor a nuestra querida ciudad. Quizá signifique que va a instalarse en Bruselas o Estrasburgo una réplica del arco de San Vicente o que se ofrezca entre sesiones para los eurodiputados una degustación de yemas. Así suelen ser las cosas en esos lares. También puede viajar el presidente con la reliquia de algún santo o releer a Jiménez Lozano, siempre que no lo confunda con Jiménez Losantos, que no sería de su agrado. Pero también habría que poner en valor la desigual implantación de la industria, poner en valor los trenes esquivos que ya no pasan por Ávila, o lo hacen a velocidades del siglo XIX; hay que poner en valor la situación de la sanidad pública y privada; poner en valor la situación del patrimonio, poner en valor la educación, una cultureta a medio gas etc. En definitiva, una ciudad en el límite de todo.
Pero no se apuren que habrá más, en plan, como te digo, repeticiones. De aquí a mayo se van a poner en valor hasta los bancos del Mercado Grande, mareados ya de tanto movimiento. Se va a poner en valor hasta la última cigüeña despistada. Y vendrán expresiones mucho mejores, y mucho mas divertidas. Habrá además que empoderar a las mujeres abulenses, y a los ancianos, a los patos de los jardines y a los vencejos del rastro. Entre poner en valor y empoderar, entre prometer y no dar trigo, entre quédate quieto que no sales en la foto, nos vamos a reír un rato. Yo, como el ministro, ya me he venido arriba.