Pablo Serrano

CARTA DEL DIRECTOR

Pablo Serrano


Pocas luces

31/10/2021

Soy mucho de la Navidad. No me duelen prendas en reiterarlo. Para este año, incluso me he propuesto mejorar el Belén navideño que colocamos en casa. Los niños ya tienen una edad para echar una mano más o menos curiosa en este apasionante episodio de cada puente de diciembre. Lo haremos o no lo haremos, pero ahí está la voluntad (y la inversión prevista).
Sin embargo, más allá de voluntades, lo que esperamos los vecinos de esta ciudad y de nuestros pueblos es que las calles se engalanen en próximas fechas anunciando estos entrañables días que, aunque tienen un profundo carácter religioso, de algún modo la vivimos casi todos de manera acorde a nuestras creencias y, por supuesto, posibilidades. En la decoración, pasa algo parecido.
Sin embargo, este deseo de que la ciudad de Ávila se muestre esplendorosa y atractiva se esfuma poco a poco según vamos viendo cómo evolucionan los despropósitos administrativos para la adjudicación de decoración e iluminación navideña. 
Conviene recordar algunas cuestiones, porque la memoria es tan frágil que nos puede hacer olvidar los polvos que provocan estos lodos. A mediados de diciembre del año pasado, el 17 concretamente, la ciudad de Ávila se encendía para los vecinos (con un mes de retraso sobre la voluntad anunciada por el equipo de Gobierno), después de no pocos trajines administrativos que obligó a una tercera licitación (¡cómo será este año si queremos luces!) a la que se presentaron dos empresas. La adjudicataria, desconozco si por capacidad, necesidad o voluntad, incumplió parte del contrato (o dicho de otra manera: no culminó con las expectativas creadas) y de la minuta de los 100.000 euros que iba a haber cobrado del Ayuntamiento se le restaron 17.000.
Este año, no quería el equipo de Gobierno caer en el mismo problema. De hecho, algo parecido sucedió hace unos años, y el concurso de iluminación navideña se adelantó al verano (como se ha hecho este año), para que llegara noviembre y la iluminación estuviera instalada. Lo cierto, es que, en esta ocasión, ni sacando el concurso en agosto tenemos claro aún qué luces navideñas vamos a tener. Envidia me dan otros lugares que apuestan por esto como un atractivo más (y no lo digo por la guerra que se trae el alcalde Vigo con Nueva York, cada uno, con sus posibilidades)
De todos modos, la indefinición navideña en la que nos encontramos ya no es lo relevante. Lo preocupante es la limitada capacidad que se está demostrando para sacar adelante proyectos. ¿Cuántas licitaciones municipales se están quedando desiertas? ¿Cuántos concursos al final no cumplen con las expectativas creadas? Digo yo que en algún departamento se estarán haciendo mal las cosas. O quizás no se sabe dirigir hacia dónde hay que disparar porque no sabemos realmente hacia dónde vamos. Alguien está demostrando 'pocas luces' en estos procedimientos. O mala intención, pero entonces estaríamos hablando de cosas mucho más serias. 
Aún repica en mi cabeza aquel anuncio de cabalgata de quince kilómetros que las restricciones impidió celebrar, con el consiguiente fiasco teatralizado de los Reyes Magos que los niños no comprendieron. Mejor que dar un titular espectacular es hacerlo realidad, ya que es lo que permitirá  reconvertir la ciudad de la que uno es partícipe. 

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