Gil Tamayo defiende la herencia cristiana de Ávila

M.M.G.
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El obispo pide a los católicos abulenses, en el regreso de San Segundo a las calles, que se manifiesten «sin complejos»

Gil Tamayo defiende la herencia cristiana de Ávila

Después de dos años ausente de las calles de Ávila en su día grande a causa de la pandemia San Segundo, patrón de Ávila, volvía a encontrarse este domingo con sus fieles en su día grande.

Este 2 de mayo ha sido, pues, una jornada muy especial para los abulenses, que llenaron la Catedral de Ávila para asistir a la misa solemne oficiada por el obispo número 96 de Ávila, José María Gil Tamayo, que en su homilía recordó especialmente, como no podía ser de otra manera, al primero de todos en ocupar el cargo que ahora él ostenta, SanSegundo.

«Somos un pueblo de herencia cristiana», se refería Gil Tamayo no sólo a la importancia de la figuras deSan Segundo, sino también a la de otros «santos insignes y universales» como Santa Teresa, San Juan de la Cruz o San Pedro de Alcántara. «Somos un pueblo elegido por Dios para vivir conforme a la fe de nuestros mayores», proseguía el obispo, que por eso animaba a los cristianos abulenses a vivir una fe que no se base únicamente en la costumbre, o que se convierta en «algo marginal en nuestra existencia» sino que, al contrario, den testimonio de ser cristianos.

«No nos avergoncemos», proseguía en su homilía Gil Tamayo, que argumentaba que si bien «no somos perfectos», como tampoco lo fueron los apóstoles elegidos por Jesús, decía, «sí que somos cristianos». Cristianos que en su opinión no deberían vivir «un cristianismo privado, de fiesta o sólo par emergencias», sino más bien un cristianismos «transversal» en todo su modo de vida

Gil Tamayo, al que escuchaban en las primeras filas de la Catedral del Salvador, entre otras autoridades, miembros de la Cofradía de SanSegundo, el alcalde de Ávila y José LuisValverde, en representación de la Junta de Castilla y León, advertía sobre el peligro que representa el que se pierda «el fundamento sobre el que se asienta nuestra cultura». Y por eso, exhortaba con vehemencia a «recuperar el sentido de la fe».

«Recuperemos el sentido trascendental de la vida, en el que tenemos como culmen a Teresa de Jesús y a SanJuan de la Cruz», avanzaba en sus palabras Gil Tamayo. «¿Pensáis que ellos hubieran marginado  Jesús? Si lo hubieran hecho no serían Teresa o Juan, y no sería Ávila. Por eso, manifestémonos sin complejos para que no se derrumbe todo», decía, y pedía a San Segundo la recuperación del «cristianismo existencial».

Un cristianismo, volvía sobre la idea, como el vivido por los santos abulenses. «Y como se suele decir, a quien los suyos se parece, honra merece», echaba mano Gil Tamayo al refranero para animar a los cristianos abulenses a seguir el ejemplo de los grandes santos de Ávila. «Tratemos de vivir esos valores, porque sólo así seremos una sociedad grande, con fortaleza y unión», iba concluyendo en este sentido su argumentación en la que también pidió «un respeto exquisito» para las libertades de las demás pero siempre, subrayaba, «sin renunciar a que se respeten nuestros orígenes».

Tuvo también por cierto el obispo palabras de cariño y solidaridad para los que más sufren, tanto a causa de la pandemia, como por la guerra. «Plagas» fue la palabra elegida por GilTamayo para referirse a ambas situaciones, y defendió «el derecho» de Ucrania «a la paz y a la independencia».

«La paz es consecuencia de la justicia y de la verdad», enfatizó el prelado abulense, que pidió a SanSegundo la paz no sólo para el pueblo ucraniano, también para las conciencias, las familias y el pueblo de Ávila

tras la misa, procesión. Y tras la eucaristía, la imagen de AntonioArenas volvió, como decíamos, dos tres años después, a las calles de Ávila.

Al compás del himno de España, interpretado por la Banda de Música 'Ciudad de Ávila', SanSegundo se paraba a las puertas de la Catedral para disfrutar (y acompañarles con su movimiento, incluso) de los bailes del grupo Urdimbre.

Los gigantes y cabezudos abulenses abrieron una comitiva en la que también estaba el grupo de dulzaina y tamboril Filigrana y que, con un ojo puesto en el santo y otra en el cielo, al amenazar lluvia que finalmente no cayó, recorrió la distancia que separa el primer templo de la ermita de SanSegundo, a orillas del río Adaja.