Francisco I. Pérez de Pablo

Doble click

Francisco I. Pérez de Pablo


Ávila, sus luces y sombras

29/03/2022

Recién estrenado el nuevo horario (debería ser el único oficial todo el año a falta de razones convincentes de otros usos horarios) las cosas quizás no se vean de forma tan diferente, pero si con algo más de luz al menos. La amenaza de sequía que se cernía sobre Ávila, tras un invierno desecado, parece que se evapora y todo gracias a las lluvias que han traído las últimas borrascas. Una solución natural y ajena a la mano del hombre ya que la única solución concluyente que había para estas situaciones periódicas cada tres o cuatro años –plan Cogotas que debería estar en funcionamiento– lo anuló el actual alcalde a través de una melindrosa comisión de expertos del agua que tenían la solución preconcebida desde el inicio de sus trabajos. Ávila no tiene una solución definitiva a la falta de agua, pero la posible sequía de este año se ha resuelto como siempre, esperando a ver llover, lo que no es eximente en la responsabilidad política. 
Otra de las luces que vuelven a aparecer es la celebración de la Semana Santa tal y como la conocemos, o lo que es lo mismo, con procesiones, capuchones y pasos por las calles. Tras la solemnidad y brillantez con que se realizó el pregón inaugural, dos años después los abulenses deberían llenar las calles –como nunca– en el retorno de las imágenes, el silencio, y el sonido del toque de tambor y trompetas, y ello aún con la controvertible exigencia de mascarilla. Doble penitencia para los nazarenos que procesionen.
Si me apuran las lluvias y el cirio pascual son las únicas luces para una ciudad de Ávila que como se dice coloquialmente sigue estando muy al ralentí. Su alejamiento de los niveles prepandemia en materia turística (a la cola del país) es un dato demoledor para un sector del que depende en demasía una economía local en la que sigue sin marchar su plan de fomento y donde los últimos conflictos laborales surgidos con el nuevo proyecto Nissan (debería estar, ya, en funcionamiento) no son el mejor de los escenarios para iniciar ese nuevo impulso para que Ávila vuelva a creer en su fábrica y en esas expectativas de tener, tras la desaparición de la fabricación industrial,  un proyecto ambicioso. 
Lo más positivo en este primer trimestre del año lo proporciona el ámbito de la cultura,  más bien de la educación, donde la Universidad Católica cumple y celebra veinticinco años en un proyecto asentado que ha cubierto un primer cuarto de siglo dando formación y contribuyendo a evitar la despoblación creando más de dos centenares de puestos de trabajo para gente joven en Ávila. También la pública Universidad de Salamanca –timorata con la ciudad– parece querer ampliar su campo tecnológico con alguna nueva titulación que no colma el crédito que Ávila siempre otorgó a la salmantina y de la que siempre se espero algo más en la ciudad amurallada.
Poco más hay en una Capital, que tampoco encuentra en el deporte una imagen de éxitos, más bien lo contrario. Solo el Real Ávila en el inicio de su centenario podría conseguir un imprescindible ascenso de categoría que sirva de cierta alegría colectiva, ya que esta temporada ha habido desilusiones y desengaños destacados en la mayoría de las disciplinas de conjuntos que no han cubierto las expectativas iniciales. Por delante la primavera y un verano que suele cambiar la realidad para una ciudad de la que es fácil escuchar, en barra o terraza, que la ciudad está mal y que ha perdido mucho.