Pilar Álvarez

Lo social

Pilar Álvarez


Inestabilidad

10/04/2021

¿Desde cuándo vamos sintiendo la inestabilidad nosotros, los ciudadanos de a pie? Entre otras cosas puede ser por un desprestigio generalizado de la clase política, la vertiginosa aceleración de globalización y economía, el poder de los medios de comunicación, aunque este último siempre lo hemos entendido como «un poder influyente en la sociedad», el aparente olvido de los marcos ideológicos, que por largo tiempo dieron sentido y horizonte a los actores e instituciones. Todo esto, y mucho más, va  dado paso a una situación de  incertidumbre. «Y el pronunciamiento constante, del no freno al progreso, que a boca llena, pronuncia la clase política». Sin embargo, los ciudadanos también vemos, no el progreso, sino el deterioro, entendemos que hay que ir con el progreso, y los cambios que se presentan, pero todo cambio debe traer alternativas positivas, y de seguridad, para los ciudadanos. El presente también está dando paso a los cinismos, a la mentira, a la exasperación y el hartazgo, frente a las políticas sociales  en general. Olvidando en parte  el liberalismo ético, dando paso  al maniqueo político. Sintiendo ya que todos los males que sufre el ciudadano vienen de la mala práctica política.
Algo muy necesario, que con frecuencia pronunciamos, es la necesidad imperiosa de adquirir conciencia, claro está por ambas partes, tanto por la clase política como por la ciudadanía. Si la clase política en sus discursos no es capaz de mover conciencias, es que están fracasado en su discurso. El ciudadano, por su parte, tiene que formarse, adquiriendo conocimientos necesarios, para discernir muy bien ese discurso, y de ahí actuar con la conciencia necesaria, la misma que aplicará en la sociedad a sus semejantes. Se dice que  un país que invierte en cultura tendrá futuro. La conciencia tiene dos acepciones, una psicológica y otra moral. La psicológica es la necesidad del conocimiento de uno mismo, la moral es la capacidad de juzgar la moralidad de la conducta humana (propia o ajena), por lo tanto es la capacidad de la inteligencia humana la que nos llevará al estado de una conciencia colectiva en nuestra sociedad. Esto, en parte, nos llevaría a la seguridad de creencia, de  todos los ámbitos sociales. Es una exigencia de nosotros a nosotros mismos, ya que es una voz no del discurso, sino una voz interna de conciencia propia.
Volvamos a la inestabilidad que sentimos, al hastió (disgusto y fastidio) que se está sintiendo en nuestra vida cotidiana, ¿no les preocupa a la clase política de turno que empecemos a no creer en nada? No solo en sus discursos, si no que va más  allá, en su propia persona, por falta de ética, de consenso entre ellos... En ocasiones hasta las alternativas de políticas sociales, para mejorar la calidad de vida de las personas desprotegidas, a la hora de conseguirlas ante las instituciones existentes, y completar la burocracia. Allí nos encontramos con la realidad, «la verdad, y como no, la mentira, esta última es la forma  más clara de manipulación», tremendas y difíciles de defender por parte del ciudadano. Entonces volvemos al hastío y entendemos las mentiras más suaves, son los eufemismos, invidente por ciego, desempleo por paro, tercera edad por vejez, económicamente débiles por pobres, internos en lugar de presos, aborto convertido en interrupción del embarazo, y un larguísimo etcétera. Queridos lectores, preguntémonos, estamos con hastío, lo digo porque esta pandemia  nos ha quitado nuestra propia sonrisa, lo entiendo, nos entendemos, pero que nos generen inseguridad (disgusto y fastidio) aquellos que  están ahí para salvarnos.