Una mañana de grandes sorpresas en el campo

M.M.G.
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Las actividades medioambientales organizadas este sábado en los anejos de Solosancho dejaron el anillamiento deun mirlo acuático y el avistamiento de una pareja de águilas reales, entre otros regalos de la naturaleza

Una mañana de grandes sorpresas en el campo

Cada vez que se sale al campo se aprende algo nuevo. En casa paseo, es posible encontrar especies no vistas hasta ese momento. O paisajes nunca antes transitados. La naturaleza cambia cada segundo y, si se quiere, se puede disfrutar (y mucho) de ello.

Pero si además esas salidas al campo se realizan de la mano de expertos en medio ambiente, el aprendizaje y los descubrimientos crecen exponencialmente.

Y eso fue de lo que disfrutaron las 20 personas que este sábado disfrutaron de la primera de las dos jornadas medioambientales organizadas por el Ayuntamiento de Solosancho.

La jornada arrancó con un taller de anillamiento. «Y empezó con sorpresón», rememoraba para Diario de Ávila la experiencia vivida Felipe Nebreda, responsable de la actividad. Porque nada más comenzar, los expertos en aves pudieron coger un mirlo acuático, «una especie no habitual en la zona».

Con todo el cuidado del mundo para no herirle o estresarle, Nebreda y sus compañeros anidaron a la vista de los presentes el ejemplar. En su anilla está ya el ‘DNI’ de este pájaro, que como explicaba Nebreda, en el caso de volver a ser capturado en otro lugar (algo en este caso poco probable porque no se trata de un ave migratoria) podrá ofrecer a aquellos que le atrapen abundante información sobre su viaje y su especie.

De ahí la importancia de jornadas de anillamiento científico.Aunque la de ayer tenía sobre todo un componente didáctico y de educación ambiental.

Los presentes en la actividad (la gran mayoría de ellos procedentes de Solosancho y sus anejos, aunque también hubo algún participante llegado desde Madrid) disfrutaron contemplando al mirlo antes de ponerse en marcha para la segunda actividad de la jornada:una ruta por el campo en la que seguir descubriendo especies.

Y de nuevo tuvieron suerte. Porque de nuevo hubo sorpresa. «Cuando apenas llevábamos un kilómetro andado nos ha salido al paso una pareja de águilas reales», nos decía emocionado Nebreda.

Y no sólo eso. La pareja de espectaculares rapaces se posó en un árbol cercano al grupo, por lo que la pudieron observar con calma gracias a los prismáticos.

Para completar este regalo’ de la madre naturaleza, un cuervo provocó que las águilas alzaran el vuelo, enseñando al grupo cómo interactúan las especies y dejando imágenes únicas para el recuerdo.

Hasta 20 especies pudieron contemplar los andarines en un paseo de apenas una hora. Todo un lujo que esperan poder repetir hoy, en el paseo que tendrá lugar después de un taller de construcción de cajas nido para el que, por cierto, están ya completas las 20 plazas disponibles. «Hoy hemos tenido que dejar gente fuera, una pena, pero hay que cuidar los aforos», explicaba antes de despedirse Felipe Nebreda.