Los Paúles se despiden de Ávila, donde llegaron en el XIX

J.C.H
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La parroquia de la Virgen Milagrosa acogió un emotivo acto religioso de despedida de la congregación

Los Paúles se despiden de Ávila, donde llegaron en el XIX

El pasado domingo, unos días antes de que se cumplieran sus 25 años de existencia, la parroquia de la Virgen de la Medalla Milagrosa acogía una eucaristía en la que la Congregación de la Misión, los conocidos Padres Paúles, que se encargaban de dicha parroquia, decían adiós a su presencia en la diócesis de Ávila, tras más de un siglo de presencia en la provincia.  O más bien, dijeron «hasta luego», pues, como anunció nuestro Obispo D José María, se va a mantener canónicamente el convento, ‘esperando que un día volváis’, explicaba ayer el Obispado en una nota de prensa. Se mantiene, también, la parroquia, una de las más jóvenes del arciprestazgo de Ávila capital. Para ello, ya se anunció hace algunos días el nombramiento del dominico Carlos Rodríguez Linera como su administrador parroquial, recuerdan desde la diócesis.

El domingo, la parroquia se vistió de despedida, en un «día triste», reconocía en su homilía el obispo de Ávila, Gil Tamayo: «A veces las cosas de Dios no las entendemos. Tenemos que aplicar la lógica de Dios que no coincide muchas veces con la lógica humana en cuanto al dolor o el sufrimiento. Hemos de pedir las entendederas de la fe. Y desde ahí entendemos esta marcha».

El prelado quiso ver «un signo de esperanza» en medio de esta dificultad. «Tengo esperanza de que el Señor de este sufrimiento saque vocaciones. No seamos administradores de decadencia, sino impulsores de evangelización. Estamos en las manos del Señor. Sigamos con confianza», dijo.

Recordando a los Padres Paúles que han mantenido viva esta parroquia, el obispo José María Gil Tamayo quiso exhortar a los presentes a «mantener viva su herencia, manteniendo viva la propia parroquia a través de lo que llamó ‘las tres C’: Culto al Señor, Caridad con los más necesitados (que no es beneficencia, sino que se entrega a tocar ese otro cuerpo de Cristo que son los más pobres), y Catequesis (si queremos continuar con la evangelización)».

«Les agradezco a los paúles este esfuerzo y sacrificio. Habéis dejado mucho amor de Dios, y esa es una gratitud que tenemos toda la diócesis. No solo hemos de mirar al pasado sino al presente y al futuro. A mí como obispo me toca dar ánimo. No estamos en desbandada», destacaba Gil Tamayo, quien recordó, asimismo, que el carisma vicenciano «no se va de Ávila». «Tenemos aquí a las Hijas de la Caridad. No entenderíamos nuestra diócesis sin su presencia, sin el aporte de su carisma, que muestra la primacía de la caridad». «Sigamos. Esta parroquia tiene que seguir viva. Y a vosotros, queridos hemanos paúles, os recuerdo que esta es vuestra casa. Y que esperamos que algún día volváis», subrayo el prelado abulense. 

 

De Arenas a Ávila 

La Congregación de la Misión, conocidos como los Padres Paúles, llegaron a Ávila en el siglo XIX. Primero, a Arenas de San Pedro, donde se hicieron cargo del Santuario de San Pedro de Alcántara, e impartiendo además más de 200 misiones populares. En 1906 se establecen en Ávila capital, en el entorno de la Plaza Fuente el Sol, junto a una de las 9 puertas de la Muralla, donde se erige una pequeña iglesia dedicada a la Milagrosa. Siguiendo con esta entrega a la educación de los sacerdotes, tomaron la dirección del seminario diocesano de Ávila desde 1922 hasta 1940. En 1971 se establece en Ávila el seminario interno de su congregación (lo que conocemos como noviciado). En 1996, con el obispo Antonio Cañizares, se erige la parroquia de la Virgen de la Medalla Milagrosa.