El obispo recuerda lo «sufrido» pero pide estar unidos

B.M
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José María Gil Tamayo ensalzó en su homilía la figura de Santa Teresa y abogó por enfrentar el presente y el futuro con valores cristianos en medio de una «sociedad secularizada»

El obispo recuerda lo «sufrido» pero pide estar unidos

La pandemia de la covid-19 estuvo muy presente en la homilía del obispo, José María Gil Tamayo, en la misa de la fiesta de Santa Teresa, pero lo hizo desde una perspectiva de mirar al futuro y estar unidos para buscar el bien común. Arraigados en los valores cristianos recordó que vivimos en una «sociedad secularizada» donde hay que recuperar los fundamentos y manifestarlos con orgullo.

El obispo de Ávila presidió la eucaristía como acto central en las festividades de Santa Teresa y lo hizo en una catedral que se llenó recuperando esta fiesta tras la crisis de la covid-19. Los abulenses fueron llenando los bancos del templo a la espera del inicio de una eucaristía que estuvo presidida además por las imágenes de Santa Teresa, que se había trasladado el día anterior desde su casa, la iglesia de la Santa, y la Virgen de la Caridad. Además estuvieron presentes junto al altar la Cruz de los Jóvenes y el icono de Nuestra Señora Salus Populi Romani, los dos símbolos que representan la Jornada Mundial de la Juventud.

La corporación municipal llegó precedida por música y los gigantes y cabezudos para entrar en el principal templo de la ciudad. Frente a ella, el alcalde, Jesús Manuel Sánchez Cabrera junto a los miembros de la corporación, y también el presidente de la Diputación, Carlos García o el subdelegado del Gobierno, Arturo Barral. Además se contó con otros representantes políticos, entre ellos el presidente nacional del Partido Popular, Pablo Casado, que lució una mascarilla con la imagen de la Santa y la bandera de España.

En el inicio de la eucaristía el obispo quiso poner de manifiesto el día de fiesta «tras este tiempo tan doloroso que hemos pasado». Y lo mismo volvería a recordar cuando llegó el momento de la homilía en un día «especial para los abulenses». Pidió Gil Tamayo que, aunque recordemos el pasado, proyectemos «esperanzados al futuro» porque «lo hemos pasado muy mal, hemos sufrido mucho» y tenemos el recuerdo de quienes nos han dejado. «Seguimos en medio de la incertidumbre» con esta plaga que «nos hace recordar que somos débiles, que somos poca cosa, que no somos omnipotentes» y que deja claro que «lo que afecta a unos pocos acaba afectando a todos».

Frente a todo esto, era un día «de acción de gracias» por las personas que nos han ayudado a sobrevivir, a llevar este tiempo de manera más aceptable», y por eso quiso tener un recuerdo especial a los sanitarios y las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

De la pandemia cree que hay que sacar una lección que no es otra que estar unidos «y afrontar los problemas buscando el bien común». «Necesitamos tener esperanza para nuestro futuro», aseguró.

Habló de que «el peligro es constante porque el mal existe» pero vivir como cristianos, como hijos de Dios es una condición «que nos ha liberado de toda clase de esclavitud». Y por ello abogó por afrontar nuestra vida con esas convicciones que han «cuajado en una cultura y forman parte de nuestra identidad». Tenemos que «estar en guardia permanente y ser hombres y mujeres de bien».

No dudó el obispo en ensalzar la figura de Santa Teresa, una «mujer excepcional» que está presente «en nuestro corazón». Habló de su figura «poliédrica» que tantas dimensiones tiene, entre ellas las virtudes humanas, como cualidades «de la mujer española» pero también con dones excepcionales como «escritora y mujer con un impresionante sentido común», pero sobre todo con la «sabiduría cristiana». Hizo con ello especial hincapié en que no se puede entender a Teresa sin Dios porque si se la vacía de ello queda «una Teresa parcial». 

Y con ello llevó a plantear algunos interrogantes como si vivimos en una polución informativa, si hemos preservado el sentido común, si tenemos la sabiduría de nuestros mayores «para poner primero lo importante y no solo lo urgente» o si vivimos en una sociedad construida sobre las modas imperantes. En definitiva, si hemos perdido la esencia de lo que somos.

Esto porque «vivimos en una sociedad secularizada donde Dios es marginado», por lo que abogó por recuperar «esos fundamentos» de nuestra vida, con un «respeto exquisito a las convicciones de los demás» pero «sin renunciar a lo que somos», manifestándolo con orgullo.

Lo que nos une son fundamentos éticos y morales «que están por encima de los consensos e intereses cortoplacistas». Con razones de igualdad y respeto a derechos fundamentales, no a «derechos de tercera generación» cambiables según la ideología.

También tuvo palabras para recordar a los hombres y mujeres que viven en los pueblos y pedir por su futuro. Y se refirió a los jóvenes, no solo los de los botellones, sino los que continúan el testigo de Cristo y para quienes quiere razones por las que vivir.