Una forma nueva de entender el realismo

D. Casillas
-

Diego de Giráldez expone en el Episcopio 43 obras en las que juega con las formas, los colores y los sentidos para crear mensajes

Diego de Giráldez, artista gallego que hace mucho tiempo que lo es también universal, amigo de Salvador Dalí en los últimos años de su vida, ha vuelto a la ciudad de Ávila para exponer su apreciada obra, de nuevo a la sala del Episcopio, donde el mes de marzo del pasado año ya dejó huella de un arte a veces muy explícito, a veces cuajado de sutilezas, pero siempre impactante y con mensaje.

Para esta ocasión ha elegido Diego de Giráldez un conjunto 43 obras (32 pinturas, un dibujo y diez esculturas) que abarcan buena parte de su producción reciente, especialmente en lo que se refiere a su filosofía creativa, un conjunto de creaciones en las que funde el realismo, un surrealismo muy personal, el ruralismo y lo que él define como 'realismo nash', siempre buscando que lo que firma «sean obras con mensaje y con literatura».

Aseguró Diego de Giráldez que «es una alegría que me llena de satisfacción estar en esta ciudad que tiene cultura milenaria pero también actual, que es una gran escultura que tiene vida dentro», para detallar a continuación que con las 43 obras seleccionadas para esta cita «hago un recorrido general por lo que son distintas etapas de mi obra.Una parte es el ruralismo, otra el realismo nash, el modelado de la luz y el volumen y el sólo color; son distintos periodos que he ido trabajando y que aquí están representados, unos en mayor medida que otros».

Entre las referencias que aparecen en esas obras destacó De Giráldez su recuerdo a la pandemia, que hace a través de una imagen en la que conviven una mascarilla y una sardina, pez que ha querido convertir en un símbolo «por ser el animal que hace la migración más larga del planeta», y que por eso aparece en varias pinturas y también está en el capítulo de la escultura.

Es importante, en fuerza expresiva que no en cantidad de obra, la «representación» que ha querido hacer de «la amistad que tuve con Gala y Dalí entre 1977 y 1989», homenaje que ha concretado por el camino de escoger «un fragmento de su obra donde figuran ambos para introducirlos dentro de una escena de mi propia obra».

Hay asimismo un homenaje a Leonardo da Vinci, «uno de los grandes genios del arte en todos los campos», a través de una recreación de la Gioconda en la que abre parte de su cuerpo para dejar ver el paisaje que tiene detrás.

En ese afán de abarcar todas sus etapas recientes ha querido que esta exposición contase asimismo con «una referencia a una obra que es el modelado de luz y volumen, donde no trabajo tanto la parte detallada del dibujo como la luz y el volumen, y además con una muestra de otro tipo de obra que es sólo color y que se define por simplemente quitar la totalidad de lo que son referencias anatómicas para quedarme con el color y jugar con él para que tenga vida».

Entre la decena de esculturas que se reparten por la sala, en perfecta convivencia con las pinturas, las hay que son «referenciales a anatomía» y otras en las que preferido apostar por «el simbolismo, por la sugerencia de que escribimos el pensamiento, de que podemos dejar el conocimiento de una generación para las siguientes».

singularidades. Entrando un poco a explicar las dos principales peculiaridades de su obra, el ruralismo y el realismo nash, concretó el artista que el primero «nace de la observación de que a partir de los años 90 hubo una gran transformación en la parte rural de España, pero antes España tenía aún partes muy ruralistas, y yo destaco elementos de aquella vida, cómo vivía la gente en las aldeas, aquella sencillez del campesino en vivir que era tan bonito». El realismo nash, añadió, es el fruto del intento, después de conocer a Dalí, «de hacer un surrealismo que no fuese por el camino de la deformación de objetos, y aposté por un cambio basado en la colocación de los objetos o de quitarles gravedad, hacer que volasen» para que fundiendo a unos con otros contasen historias que no son capaces de contar ni en solitario ni sometidos a la consecuencia de su peso.

Ángel Sánchez, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Ávila, definió a Diego de Giraldez como un autor «grande», uno de los mejores del momento a nivel internacional, que «este año nos ha sorprendido más que el pasado; su obra habla por él». En atención a la calidad de su obra invitó a los abulenses a que acudan a visitar esta muestra, «una evolución vital desde sus orígenes hasta ahora», ya que es « una suerte inmensa poder tenerlo en Ávila».

La exposición puede visitarse hasta el día 14 de marzo, de martes a domingo de 19,00 a 21,00 horas, y sábados y domingos también de 12,00 a 14,00.