SOS: 15 ataques de lobo en ocho meses

Mayte Rodríguez
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El récord de muertes en su ganadería que acumula Martín Martín es el paradigma de un problema que, lejos, de solucionarse, se agrava

 A tan solo ocho kilómetros de Ávila los lobos campan a sus anchas. Lo sabe bien Martín Martín López, en cuya finca Arroyopino sus reses son pasto de los cánidos con demasiada frecuencia, tanta que en los ocho meses que llevamos de año su ganadería ha sufrido «quince ataques». Un dramático récord que ya no sabe cómo abordar porque esas pérdidas corren de su bolsillo y ya van siendo demasiadas. «Esto no se puede aguantar; la Junta de Castilla y León no ha pagado nada, no he recibido ninguna compensación por daños patrimoniales y ya me canso de llevar los papeles porque veo que no sirve para nada», afirma , impotente y preocupado.

Cada ternero muerto a manos de los lobos -y suma ya catorce, además de una vaca- conlleva una pérdida de 700 euros por animal, de manera que en lo que va de año el lobo le ha supuesto unas pérdidas próximas a los 10.000 euros, detalla. Martín deja claro que esta  situación no solo la sufre él, sino «todos los ganaderos» con explotaciones situadas «entre el bajo Alberche y Las Navas del Marqués», aunque su caso es paradigmático porque no es habitual que los cánidos se ceben de tal manera con una sola ganadería.

Confiesa que su economía no puede permitirse tales pérdidas, por lo que está barajando la posibilidad de «dejarlo», aunque no sin antes  pregunta por qué los ganaderos están pagando las consecuencias de una decisión que no han originado ellos. «Soltaron una pareja de lobos y estos animales se reproducen como los perros», en camadas numerosas, por lo que en la actualidad la población de cánidos, sostiene, es  muy elevada. Tanto que Martín Martín asegura haberlos visto en su finca a plena luz del día. «Van y vienen libremente porque saben que nadie les va a matar», lamenta, mientras pide soluciones: «Que hagan reservas para los lobos», propone. Y deja clara una idea: lo que él quiere es poder vivir de su trabajo, no recibir ayudas, pero si sus vacas mueren como consecuencia de un mal ajeno a él, que esa pérdida la compense quien lo ha generado.