Editorial

Salvar vidas y empezar a salvar la economía

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El Boletín Oficial de Castilla y León publicó este viernes el acuerdo por el que se establece el fin, a partir de las 00,00  horas del lunes, 8 de marzo, de las medidas extraordinarias hasta ahora vigentes dentro del nivel 4 de alerta sanitaria pandémica, ante el manifiesto cambio de tendencia en la transmisión del coronavirus SARS-CoV-2 en Castilla y León. Esto supondrá que a partir del lunes se podrá acceder al interior de bares y restaurantes, con importantes limitaciones de aforo, reabrirán todos los establecimientos de los centros comerciales y también se podrá volver a hacer uso de los gimnasios y espacios deportivos. Comienza, de esta forma, la desescalada en Castilla y León tras sufrir una dura tercera ola de la pandemia, que ha tenido sus peores momentos tras las celebraciones navideñas.

Esta desescalada llega cuando ya se empieza a vislumbrar otro periodo del año propicio para la movilidad de la población, como es la Semana Santa, y todo apunta a que esta vez sí se ha tomado conciencia de la repercusión que tuvo ese levantamiento de las restricciones para «salvar la Navidad» y se mantendrá el cierre perimetral entre comunidades autónomas, el toque de queda a las diez de la noche y las limitaciones de reuniones a cuatro personas. 

En esta lucha contra la pandemia inevitablemente el primer objetivo debe ser salvar vidas, pero la experiencia adquirida a lo largo de todo un año también ha puesto de manifiesto que ese fin se podido compatibilizar en algunos sectores con tratar de que la economía no quede totalmente paralizada. En otros (caso de la hostelería, centros comerciales, gimnasios…) ese levantamiento de las medidas no ha sido unánime en todas las comunidades autónomas, y difícilmente se puede sacar una conclusión de si esos cierres han contribuido a mejorar las cifras sanitarias, toda vez que en la práctica totalidad de las comunidades se volvieron a disparar los datos de fallecidos e ingresados por covid para después, en el momento en que se adoptaron medidas más contundentes, empezar a aminorar las cifras. 

A pesar de que el virus sigue sorprendiendo, con nuevas cepas muy virulentas, hoy todos somos conscientes de que existen unas prácticas (uso de mascarillas, desinfección de manos, mantenimiento de distancia de seguridad) a las que no podemos renunciar, y teniendo en cuenta esas máximas (a lo que se une también de una manera decisiva la presencia de una vacunación que sería deseable que avanzara a mayor celeridad) es posible que poco a poco se pueda ir recuperando la actividad con cierta normalidad, pero en ningún momento se puede bajar la guardia, porque una cuarta ola dejaría muy dañada la reputación de este país, que necesitará ahora más que nunca exhibir un marchamo de seguridad para recuperar la confianza de los mercados exteriores. Por eso, más vale tener paciencia y esa responsabilidad que desde los dirigentes políticos se trata de reclamar a la ciudadanía se la deben aplicar ellos en primer término para adoptar medidas que generen certidumbre en la sociedad. Salven vidas, pero también piensen en que deben empezar a pensar en salvar la economía, sin prisa pero también sin pausa. Una senda complicada de transitar que, como se ha visto, tiene muchos obstáculos en el camino. Se han cometido muchos errores, hay que aprender de ellos y no repetirlos.