Lorenzo Fernández

Aula de papel

Lorenzo Fernández


Falsos mantras. La crítica política no es insulto

14/03/2022

«No vengo a insultar a Pedro Sánchez, sino a ganarle». Ha sido una de las proclamas más redondas del Feijoo de días de atrás, que ha acaparado no pocos titulares periodísticos no sólo por su rotundidad e impacto publicitario, sino también por haber parecido un reproche a su antecesor, Pablo Casado.
La verdad es que el más que probable próximo presidente nacional del PP parece asumir con ello uno de los mantras más repetidos y falsos del sanchismo, que a propósito viene confundiendo insulto con lo que en realidad ha sido y es crítica política. Dura y contundente, sí, pero perfectamente legítima y en no pocas ocasiones   y necesaria.
En otra especie de repetido corta y pega, fortuna en los medios ha tenido también estos días idea de que el nuevo PP está «abierto a pactos de Estado». En realidad, de nada nuevo se trata porque con Casado también lo estuvo. Lo que sucedió es que Pedro Sánchez nunca los quiso, habida cuenta de que su política ha sido la de achicharrar política y dialécticamente al ex líder popular con actitudes e intervenciones públicas impropias de un presidente del Gobierno por muy secretario general de partido que al tiempo sea también.
Veremos si con Feijoo mantiene la política de acoso y derribo sistemáticos que ha practicado con Casado. Y aunque van de sobrados por la vida política, quiero suponer que con un líder más fuerte al frente de la oposición, Sánchez y sus gentes se tentarán mucho más la ropa. La gran prueba de fuego será la renovación –cuando no tardando toque– del CGPJ.
Porque esa es otra. A base de repetirlo, Pedro Sánchez ha dejado más que abonado otro mantra interesado: la tesis de que el PP es el culpable y responsable del largo bloqueo del órgano de gobierno de los jueces, cuando en realidad quien no se ha movido un ápice de su posición ha sido el Gobierno/ Partido Socialista. Exactamente desde la reforma de 1985; esto es, desde casi cuarenta años atrás. Fue una de las primeras e importantes iniciativas del primer Gobierno de san Felipe González: hacerse con el control de los jueces. ¡Como para soltarlo ahora!
Por su parte, el PP de Casado ha ofrecido alternativas a la regulación actual apoyándose en recomendaciones del Tribunal Constitucional y de instancias comunitarias. El bloqueo no ha venido, pues, desde las filas de la derecha, digan Sánchez y sus aplaudidores lo que quieran. Veremos cómo Feijoo retoma el tema sin que la solución que pueda terminar por asumir no parezca otro reproche a su antecesor.
La militancia, por su parte, agradecerá que Feijoo no haya entrado como elefante en cacharrería y que se mantenga fiel a su estilo de marcar los tiempos y respetar las formas, los reglamentos y normas que concretan la actividad del partido, si es que de verdad quiere cerrar heridas internas.
Está por comprobar hasta qué punto logrará reabsorber y conjuntar la militancia y votantes que el Partido Popular pueda haber perdido en este borrascoso último tiempo vivido. Porque una u otros son bien distintos, como quedó patente en el congreso de sucesión de Rajoy, y requerirán encajes distintos de bolillos. Hasta ahora, la militancia ha temido de Feijoo su confuso perfil ideológico.
Con todo, credenciales –50.000 avales– y expectativas demoscópicas favorables se acumulan hoy por hoy en torno al considerado como el nuevo hombre fuerte del PP. Oportuno sería para él el lema con que Mitterrand ganó en 1981 las elecciones a la presidencia de Francia: la fuerza tranquila. Talante al respecto, por lo que cuentan, no le falta.