La UCAV homenajea a quienes la llevaron a nacer y consolidar

B.M
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La Universidad Católica de Ávila aprovecha la festividad de Santo Tomás de Aquino para recordar su historia en sus bodas de plata y para continuar en su camino por la «calidad» y la «verdad», dijo la rectora

La UCAV homenajea a quienes la llevaron a nacer y consolidar - Foto: David Castro

La Universidad Católica de Ávila aprovechó el acto académico por Santo Tomás de Aquino para recordar su historia, la que se ha venido forjando en los últimos 25 años. Para celebrar sus bodas de plata entregó la máxima distinción de la universidad, la medalla de oro, a personas que contribuyeron a que la universidad naciera y se consolidara. Hasta ahora esta medalla solo se había concedido a Santa Teresa de Jesús y a Jesús García Burillo.

En esta ocasión, según explicó la rectora, María del Rosario Sáez Yuguero, se entregó a dos personas que estuvieron en el origen de la universidad, al ex ministro y alcalde de Ávila Ángel Acebes y al entonces presidente de la Diputación Sebastián González (se proyectó una foto en la que aparecían junto a Antonio Cañizares) y también a Miguel Ángel García Nieto, ex alcalde de Ávila, por su intervención en 2007 «gracias a la cual la universidad sigue adelante». La distinción también fue para José Manuel Serrano, director en aquella época de Diario de Ávila y la «persona que mejor conoce» la historia de la universidad, dijo la rectora, así como al profesor Francisco Salinas, por todos los proyectos, congresos y jornadas que con él llegaron a la UCAV.

La festividad en la universidad comenzó con la eucaristía celebrada en el monasterio de La Encarnación, oficiada por el capellán de la UCAV, Luis Carlos Hernández, y siguió con el acto académico en el que se entregaron las correspondientes distinciones a alumnos, profesores y trabajadores de la universidad.

La UCAV homenajea a quienes la llevaron a nacer y consolidarLa UCAV homenajea a quienes la llevaron a nacer y consolidar - Foto: David CastroEn su discurso, la rectora destacó que la universidad cumpla esos 25 años de vida, un tiempo en el que se ha tomado un camino de «consolidación y crecimiento». Es por eso que es un año de «celebración y gratitud», dijo, en el que hay que mirar al futuro para ser una universidad «de calidad, altura científica e identidad católica». Ser un centro que sirva «a la verdad» para «servir a las personas» y que mire con horror «a la mentira y la impostura». Por eso, en tiempos de crisis cultural, antropológica e incluso espiritual quieren dar una respuesta «buscando la verdad y trasmitiendo a los alumnos la pasión por conocer» esta verdad.

lección magistral. La lección magistral del acto corrió a cargo de Ignacio Sánchez Cámara, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Rey Juan Carlos. Con el título 'La Universidad y la crisis espiritual', habló de una crisis espiritual y analizó en qué medida la universidad de nuestro tiempo puede contribuir a mejorar o solucionar las consecuencias de esa crisis. «Lo que sí pienso es que es enormemente difícil que la universidad consiga por sí sola superar esa crisis, pero al menos que no se someta a ella e intente rectificar», dijo el ponente.

Recordó las tres misiones que Ortega y Gasset defendía en uno de los textos más influyentes en el pensamiento universitario del siglo XX –'La Misión de la Universidad'-, que son la formación superior, la investigación científica y la transmisión de cultura. Y sobre ello, Sánchez Cámara señaló que la tercera misión está fallando en estos momentos porque «la universidad no está formando hombres cultos».

Aseguró que «es necesario que Europa cambie esa situación e invite a la universidad a que, sin dejar de ser lo que es, ejerza el poder espiritual. Entonces volverá a ser un principio promotor de la Historia Europea».

Habló de males como el relativismo o la politización insistiendo en que «la universidad no debe ser el ámbito de la politización» ni de una «democratización falsa que conduce a la pérdida de la autoridad de los profesores».

Eso sí, dentro de su propia crítica a la universidad, también quiso defenderla de algunos ataques por los buenos profesionales que se han formado en ella o la investigación científica que nace en su seno, insistiendo en que «no se pude decir que las universidades sean nidos de ignorantes y corruptos».

En su opinión, «se extiende la idea de la pretensión del poder político de entrar a dirimir sobre la verdad histórica, científica o moral» e insistió en que «el poder espiritual no lo puede depender el poder político».

Abogó por una alianza entre pensadores e intelectuales cristianos y quienes no lo son por el ámbito de las ideas que se comparten y planteó que «la educación universitaria no es posible sin minorías ejemplares», siendo la universidad quienes las forje. 

En conclusión, defendió que la crisis actual es de naturaleza espiritual y moral y la raíz está en la negación de la existencia de minorías ejemplares. El problema, dijo, es establecer quiénes son esos modelos y qué tipo de influencia ejercen.