Buscar la santidad de la mano de Teresa de Jesús

I.Camarero Jiménez
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El obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, abrió la Puerta Santa, un acto con el que dio la bienvenida al Año Jubilar con motivo del IV Centenario de la Canonización de La Santa y durante el cual invitó a "ser amigos fuertes en estos tiempos recios"

Buscar la santidad de la mano de Teresa de Jesús

La apertura de la Puerta Santa por parte del obispo de Ávila, Jose María Gil Tamayo, simbolizó este domingo 13 de marzo el  inicio de forma oficial en Ávila de un Año Jubilar que tendrá nada menos que 19 meses de duración, hasta octubre del año 2023. Todo para celebrar el IV Centenario de la Canonización de Santa Teresa, un hecho histórico  que Gil Tamayo, comprendía como una «ocasión única para reflexionar y ahondar en la santidad» de quien es Doctora de la Iglesia.

Fue, sin duda, un momento solemne y que se inició con las palabras «abridme las puertas del triunfo» pronunciadas por el obispo, todo presenciado de manera muy respetuosa por los fieles que, en un silencio sobrecogedor, no perdían detalle de esa apertura de la Puerta Santa en la iglesia del Convento de Santa Teresa, la  que fuera la casa natal de la gran homenajeada y que es templo jubilar este año. 

Junto al obispo, autoridades civiles, religiosas, militares, policiales y académicas. Las mismas que después llenaríanla iglesia quepor supuesto se quedó pequeña para la ocasión. Un lugar en el que el obispo, durante su homilía, invitó a los fieles a meditar sobre el gran momento que vivimos, esa celebración de la canonización de La Santa, pero también sobre la apertura de la Puerta Santa que interpretaba como un gesto con el que dejar entrar a Cristo en nuestras vidas. 

Buscar la santidad de la mano de Teresa de JesúsBuscar la santidad de la mano de Teresa de JesúsY hacerlo además, decía «buscando la santidad», por supuesto mirándonos en el espejo de una gran mujer, abulense de pro.

No dejó sola a Santa Teresa Gil Tamayo pues recordó que ella fue canonizada por el Papa Gregorio XV junto a Isidro Labrador, Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Felipe Neri en marzo del año 1622. De ellos aseguró que son «campeones de la santidad», pues también «fueron santos en vida», mucho antes de su canonización.

En ese sentido aseguraba convencido el obispo que «La iglesia siempre ha invitado a sus hijos a ser santos» y a ello animaba, parafraseando a Santa Teresa «en estos tiempos recios» en los que se necesita de  «amigos fuertes». Y  en unos tiempos en los que por supuesto no quiso dejar pasar de largo el recuerdo al pueblo ucraniano. «Para que acabe el conflicto injusto de la invasión de un pueblo que quiere vivir en libertad. Ayudemos todos con solidaridad cristiana, en ese obras son amores y no buenas razones».

Pero al creyente de a pie se dirigió también Gil Tamayo para animar a todos en todas sus facetas de la vida a ser santos. «De que sean, como señala el Evangelio, perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto». Como muestra, citaba el Concilio Vaticano II, señalando que «todos los fieles cristianos son llamados por el Señor a la perfección de aquella santidad de nuestro Padre que es perfecto». 

Pero también aludió a las palabras del Papa Francisco en Gaudete et Exultate, «donde pide que toda la Iglesia promueva la santidad. Incluso con preguntas muy concretas:  ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales». 

Recordaba además que «no somos las personas un sinsentido; estamos aquí con una vocación y para realizarnos como personas, pero también como hijos e hijas de Dios y con irrenunciable vocación de santidad». Así lo afirmó durante la Eucaristía que dio el relevo a la apertura de la Puerta Santa y de la que fueron testigo muchas más personas de las que cupieron en el templo. 

televisado.No en vano para esta gran ocasión estaba siendo retransmitido este acto por la 2 de TVE, algo que aseguró el obispo «agradezco de corazón» y lo hizo con nombres y apellidos, los del director Juan Carlos Ramos y los de los muchos profesionales que se encargaron de la retransmisión. De este modo entendía personas enfermas o impedidas podían contemplar el inicio de este año Jubilar y ser parte de ello al mismo tiempo. 

No escatimó en palabras hacia una Santa de la que habló como «mujer excepcional», «humana, con el don de saberse expresar» y de la que destacó además la «hondura y atractivo de su personalidad» además de esposa de Cristo. Desde luego, un buen ejemplo al que seguir en busca de esa santidad en nuestro día a día. 

 Concluyeron sus palabras y al hilo de la guerra de Ucrania con un: «En estos tiempos recios, hagamos caso a nuestra Santa y seamos amigos fuertes de Dios».

Una Santa que tenía que ser el epicentro de la Eucaristía y que se reflejó en algunas de las piezas que cantó el Coro Gregoriano de la Santa con una sobrecogedora interpretación del «Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que  muero porque no muero...»

Acompañaron al Obispo de Ávila el Provincial de la Porvincia Ibérica de los Carmelitas Descalzos, Antonio Ángel Sánchez además del Prior de La Santa, David Jiménez. Ejerció además de maestro de ceremonias Antonio Collado, delegado de Liturgia de la Diócesis de Ávila.  

La Banda de Música de Ávila acompañó con la interpretación del Himno Nacional la apertura de la puerta Santa. Protagonistas en el terreno 'musical' con el Coro Gregoriano de La Santa y por supuesto durante la procesión posterior a la Eucaristía, la Banda de Cornetas y Tambores El Amarrao.