Editorial

La promoción turística debe sumar constancia y eficacia

Diario de Ávila
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Ávila, como ciudad turística por excelencia que es y como provincia con potencialidades singulares, ha vuelto a apostar una buena parte de sus cartas en esta Feria, a la que miran con interés todos los turoperadores

Anda el sector turístico de toda España revolucionado estos días buscando los mejores resultados posibles en la promoción que puede –y seguramente también debe– hacer en la Feria Internacional de Turismo de Madrid, escaparate lustroso y parece que bastante eficaz en sus objetivos al que por su trascendencia y su capacidad de saltar todas las fronteras del mundo se ha hecho más que recomendable asistir desde que echase a andar hace más de 40 años.

Ávila, como ciudad turística por excelencia que es en el disputado mercado nacional e internacional y como provincia con no pocas potencialidades singulares –a las que se suma como apoyo no poco importante el estar tan cerca de la pobladísima Comunidad Autónoma de Madrid–, ha vuelto a apostar una buena parte de sus cartas en esta Feria, a la que miran con interés todos los turoperadores, sacando pecho no solamente por los atractivos seculares que atesora sino también por otros nuevos –los cielos limpios y espectaculares, el silencio, la naturaleza que es cada vez más un tesoro…– que viven interrelacionados y cuyos valores no solamente se suman sino que se potencian. 

En un mercado tan disputado y de alguna manera agresivo como es el turístico, en el que está demostrado que a veces es tanto o más importante saber venderse bien que ofrecer calidad de verdad –el refrán de que el buen paño en el arca se vende no sirve en este mundo de la dictadura de la imagen–, hay que estar siempre en el candelero para conseguir que los cambiantes estímulos para los millones de potenciales visitantes que no dejan de renovarse tengan a Ávila siempre en cuenta.

Buena parte de la economía de la capital y de la provincia de Ávila dependen del turismo, un sector más o menos seguro en tiempos de bonanza económica pero que se resiente especialmente cuando la ciudadanía tiene que hacer cuentas para llegar a fin de mes, y por eso las administraciones públicas y la iniciativa privada tienen que jugar muy bien sus posibilidades para conseguir que siga atrayendo hasta esta tierra a visitantes de toda España y de todo el mundo.

Pero no es bueno depender tanto de un único sector, por mucha fortaleza que tenga –o que aparente tener–, y por eso nuestros representantes públicos, sin dejar de apostar tanto y tan bien como lo hacen por el turismo para que siga siendo pilar fundamental del empleo en Ávila, también deberían trabajar con la misma fuerza, que así sería más fácil que consiguiesen la eficacia buscada, en reivindicar el mantenimiento y mejora de esos otros campos de la economía peligrosamente debilitados en los últimos años –industria, comunicaciones, alimentación, universidad…–. Quizás sea más difícil, quizás luchar por ello no tenga el relumbrón que tiene hacerlo por el turismo, pero también ahí hay que saber jugar muy bien las pocas cartas que nos van dejando.