"El patrimonio es una oportunidad, no es una carga"

J.M.M.
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Después de casi once años en primera línea de defensa del patrimonio como secretario general de la Fundación Las Edades del Hombre, el sacerdote Gonzalo Jiménez ha cedido el testigo, aunque continuará colaborando como asesor de la entidad

Gonzalo Jiménez, asesor de la Fundación Las Edades del Hombre. - Foto: David Castro

Después de más de una década como secretario general de la Fundación Las Edades del Hombre, el pasado 16 de diciembre se hacía oficial el relevo en ese cargo del sacerdote abulense Gonzalo Jiménez Sánchez, siendo sustituido por el historiador de arte José Enrique Martín, hasta la fecha secretario técnico, y su mano derecha, en la entidad. 

Gonzalo Jiménez llegó a la secretaría general de Las Edades del Hombre en 2011, en un momento muy complicado, y ha conseguido reflotarla y dejarla en un estado de salud envidiable, profesionalizando su gestión y reforzando ese aval de garante del patrimonio que siempre ha atesorado. En esta entrevista concedida a Diario de Ávila, Gonzalo Jiménez analiza esos años en Las Edades, y profundiza en su visión del estado de conservación del patrimonio de Castilla y León y de Ávila.

¿Qué balance hace de estos cerca de once años en la Fundación Las Edades del Hombre?

El balance, personalmente, es muy positivo. Me ha enriquecido mucho. El trabajo con la belleza, con todo lo que supone la historia, las raíces, la identidad de un pueblo, como simboliza el patrimonio, siempre es rico. Y en ese sentido me he sentido muy enriquecido de estos años de trabajo en Las Edades del Hombre. 

A nivel de la Fundación creo que tienen que ser otros los que lo juzguen. Lo que sí que puedo decir es que he trabajado sin horarios, sin tiempos, y entré en una situación muy difícil de la Fundación y hoy ha vuelto a recobrar esa fuerza y ese prestigio, aparte de abrir otras sendas de trabajo que eran fundamentales, y que son fundamentales para el patrimonio.

¿Cómo encontró Las Edades y cómo está ahora?

Yo encontré Las Edades mal. Es público que Las Edades había contraído una deuda enorme y el mandato que me hacen los obispos cuando me encargan esta tarea es o bien reflotarla si puedo o cerrarla dignamente y con discreción, que se suele decir. ¿Cuáles eran los problemas que yo vi en Las Edades en ese inicio? No era principalmente el problema de la deuda el que yo vi, sino que Las Edades tenía una sola fuente de financiación, que eran las exposiciones, y había una clara dependencia con el ámbito político. Y por otra parte una falta de profesionalidad tanto en la gestión como en el propio personal, y no porque el personal a nivel individual no fuera cualificado, sino por la propia formación para la gestión. Había un problema de gestión y de vías de financiación en el fondo.

A lo largo de estos años he creado un equipo de profesionales, a mi entender, magnífico, y al mismo tiempo se han abierto varias líneas de trabajo. Este mismo año hemos inaugurado un museo que hemos hecho en Ciempozuelos para las Hermanas Hospitalarias. Hemos puesto en marcha un modelo de gestión del patrimonio, que es Campos del Renacimiento, que es un museo territorial importantísimo cuando estamos hablando del futuro del patrimonio, y cuando estamos hablando de asentar población, de generar recursos, y que es en lo que más he trabajado estos años, en hacer ver que el patrimonio no es una carga sin más, ni para el ámbito político ni para el ámbito religioso, sino una posibilidad de financiación. 

Luego hemos abierto una edición con mucho riesgo con 'Lux', pero la Iglesia en Castilla y León, y ahí me refiero a todos los obispos, apostaron por dar un impulso a la normalidad con el problema que esto tenía, y hemos cerrado con prácticamente 200.000 visitantes. No son las cifras de otros años, pero que un proyecto de carácter cultural y religioso convoque 200.000 visitas es algo realmente llamativo y emblemático.

Trece exposiciones desde 'Passio' hasta 'Lux'. ¿Qué recuerdos le dejan esas exposiciones?

Pero no solo han sido esas exposiciones de las ediciones de Las Edades. Hemos hecho una edición extraordinaria en la Catedral de Salamanca, bellísima; hicimos otra en la Catedral de Valladolid cuando se cumplió el 25 aniversario de la edición de Valladolid de 1988; hemos hecho otra exposición en la Catedral de Cádiz; es decir, hemos hecho bastantes exposiciones más, amén de las exposiciones individuales de artistas que hemos realizado en las salas que tenemos en el Monasterio de Santa María del Valbuena.

¿Alguna de ellas le ha marcado de una manera especial?

Especiales para mí fueron Ávila, Arévalo y Salamanca, la que hicimos del 25 aniversario de la edición salmantina que la llamamos Contrapunto 2.0. Aquella fue una selección de obra y un montaje especial, en el que me impliqué muchísimo. Todo el trabajo cayó sobre mí. Normalmente tenemos un equipo, pero en ese caso la mayoría de las cosas cayeron sobre mí, y lo hice con mucho gusto y mucha ilusión. Me pareció que Contrapunto, en su edición primera que se celebró en los años 1990 y 1991, fue un hito que marcó la vida de Las Edades, el futuro de Las Edades. Hubo un millón y medio de visitantes, y Salamanca fue distinta antes y después de Las Edades. El límite turístico de Salamanca se quedaba en la plaza y a partir de ahí la Catedral empezó a formar parte de esas rutas. Como en todas las capitales de provincia donde hemos ido la Catedral forma parte de una manera importantísima de todo lo que constituye el elemento turístico, cosa que hasta entonces no. Se comienzan a renovar los museos de las catedrales, y se empieza a entender esta idea que el patrimonio es una oportunidad, no es una carga.

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