M. Rafael Sánchez

La mirada escrita

M. Rafael Sánchez


La energía manda

26/06/2022

Todos los seres vivos funcionamos transformando y consumiendo energía, la necesitamos para ese proceso biológico que es vivir. Nuestro cuerpo funciona como un gran laboratorio que metaboliza todos los alimentos (aire, agua, luz, comida) y los transforma en materia de nuestro cuerpo y en actividad. Este principio que es tan complejo nos es enseñado desde pequeños y sabemos que sin energía nos sentimos mal, flojos, sin capacidad para obrar, tener voluntad, o más vulnerables a la enfermedad. Esta energía adquirida mediante los alimentos hace que funcionen todo, desde el cuerpo, al pensamiento, emociones… Sin energía poco somos, nuestro cuerpo entra en crisis. Y por eso es que aplicamos el término energía no solo a los seres vivos sino también a toda máquina o aparato que funciona consumiendo las mismas fuentes de energía que nosotros, pero fundamentalmente otras.
Esta dependencia de las fuentes de energía nos hace eso, dependientes o, lo que es lo mismo, vulnerables a su escasez. Si antes las fuentes de energía que hacían funcionar las simples máquinas y nos aportaban calor transformador eran solo el sol, la madera, el agua y unas pocas más, con la revolución industrial empezamos a depender de otras fuentes de energía. Y estas se concentran no por igual en todos los países, además de ser propiedad de poderosos grupos. Y quien posee las fuentes de energía posee otros poderes que van asociados como el económico y el político. Guerras ya se han hecho por el control de las fuentes de energía y la actual guerra en Ucrania tiene sus derivadas energéticas como bien nos dicen.
¿Quién manda? Supuestamente las democracias están gobernadas por aquellos que entre todos hemos elegido. Como tenemos unos ciertos niveles de credulidad desinformada o confianza ciega, así pensamos que es. Pero observar lo que últimamente sucede nos lleva a poner muchas dudas sobre tal aserto. De siempre se ha hablado de los poderes fácticos, esos que no son elegidos en las urnas pero que detentan un poder que reside en las estructuras. Estos poderes no siempre han sido los mismos, pues ahora los económicos tienen más importancia que los que tradicionalmente así hemos designado. Al menos en nuestro país.
No sé si un Consejo de Ministros tiene más poder que el Consejo de Administración de una gran empresa energética, sea petrolera o eléctrica, pero no lo pareciera. El Gobierno de España ha ido implementando algunas medidas nada fáciles, como son la ayuda de 20 céntimos por litro de combustible o el mecanismo ibérico aprobado por Bruselas para rebajar la factura de la luz y así no esté ligada al precio del gas… Y, al tiempo, podemos leer en cualquier medio que las petroleras logran beneficios record en este año debido al alza del petróleo y que con las eléctricas ocurre igual o que el conjunto de las seis compañías energéticas que forman parte de IBEX 35 hayan cuadriplicado sus beneficios en 2021 respecto al año anterior. Conocer estos datos provocan cuanto menos desazón en unos e indignación en otros, pues son clara muestra de lo que Amin Maalouf denominaría desajustes del mundo. Hay cosas que no funcionan. Hace una semana, Yolanda Díaz expresaba que «Es inaceptable que las grandes empresas energéticas tengan beneficios a costa de la gente. Exigirles una contribución extra es positivo para el conjunto del país».
Para que nuestro cuerpo funcione necesita energía, al igual que el sistema económico productivo, o una familia, o una ciudad… Y el precio, distribución y oferta de esa energía está en unas manos que parece ser nadie puede controlar y que van solo a lo suyo, al negocio. Es legal, sí. ¿Es legítimo?