Francisco Javier Sancho Fermín

De bien en mejor

Francisco Javier Sancho Fermín


Una nueva estrella de Navidad:el P. Rómulo Cuartas

24/12/2021

Una de las grandes experiencias vitales que a todos nos acompaña es el encuentro, el conocimiento, el compartir con personas buenas, cariñosas, cercanas. Es algo que, aun sin darnos cuenta, nos llena la vida de colores, de energía positiva, de valor y sentido, en definitiva.
Y cuando se acercan estas festividades de Navidad el deseo de poder compartir con esas personas o familiares estos días se intensifican. Y la nostalgia de su ausencia despierta tantos sentimientos y recuerdos. 
Hoy en el CITeS, la Universidad de la Mística celebramos el funeral del P. Rómulo Cuartas. Y lo hacemos precisamente en el mismo día en que a medianoche celebraremos un nacimiento, el nacimiento de Jesús.
Muerte y vida se dan la mano, casi como recordándonos que el tiempo y el espacio tienen un inicio y un final. Tiempo que es la oportunidad de darse, de entregarse, de aprender a vivir en plenitud. Porque lo que damos es lo que luego brilla cuando llega el final inevitable.
El P. Rómulo, tan conocido y querido en nuestra ciudad, no solo fue un fiel y convencido hijo de Teresa de Jesús y Juan de la cruz, sino que fue un hombre que supo darle a la vida ese sentido de entrega, de donación y de servicio. Su simpatía y sabiduría, su sentido del humor y ternura, así como su sencillez y preocupación por los más pobres, por los más sufrientes, era el fruto de una intensa vida interior. Vivía convencido de que Dios ya había nacido en cada corazón, de que Dios no negaba a nadie ni su amor ni su presencia, de que sus dones o todo lo que pudiéramos pedir ya Dios se había anticipado a depositarlo en nuestros corazones. 
Supo descubrir y transmitir la grandeza del corazón del Dios Trinidad, del Dios todo Amor. Un Amor incondicional que nos ama no porque nosotros somos buenos, sino porque Él es Bueno. Ese Amor es lo que la vida del P. Rómulo ha transparentado siempre en todas las circunstancias de la vida: lo mismo ante el sufrimiento que ante la fiesta. Y sabía hacerse pequeño con los pequeños y sencillo con todos. 
Estaba convencido y creía profundamente en la bondad del corazón de todo ser humano, incluso en aquellos que le hacían el mal. Miraba el presente y el futuro con gran optimismo y esperanza, y sabía que su Amada Trinidad estaba siempre ahí presente, impulsando la historia hacia adelante, a pesar de las desventuradas hazañas de los hombres.
A todos acogía con igual cariño y entusiasmo: no hacía distinciones ni separaciones. Y su única ambición era vivir de ese Amor y transmitir ese Amor. Ello le daba una energía y fortaleza para el servicio y el trabajo que parecía nunca acabarse. 
Pero su peregrinaje por esta tierra ha llegado a su fin. Y sabemos que ahora es uno más entre los grandes Santos que interceden por nosotros y nos acompaña. Su legado también permanece. Para Ávila ha dejado una Universidad de la Mística y un Centro Internacional de Jóvenes en los que puso todo su esfuerzo, convencido del gran bien que los místicos abulenses pueden regalar a la humanidad. EL camino para conseguirlo fue muy dificultoso y tremendamente duro, pero nunca se desanimó en esa empresa, que ya lleva varios años funcionando y dando buenos frutos para tantos hombres y mujeres como por acá han pasado. 
Rómulo será para todos una nueva estrella, que como hizo en vida, seguirá iluminando nuestro caminar, para que siempre esté viva en nosotros la esperanza y alegría de la Navidad.