Francisco I. Pérez de Pablo

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Francisco I. Pérez de Pablo


Cambiar Ávila

22/11/2022

Se puede cambiar Ávila. Hace cuatro años la formación Por Ávila se erigió en su salvadora. La Capital tenía que ser salvada de su historia, de su destino y hasta entonces de sus dirigentes.  Era su punto de partida cuando las urnas les dieron el bastón de mando de una ciudad a la que llegaron desplegando ilusión con excesivo ilusionismo. Cabe preguntarse en qué ha cambiado la ciudad, no solo en su aspecto físico –apagado, deslucido y con la muralla desgajándose– sino en su valoración y posicionamiento nacional e internacional. No es una ciudad más activa, sigue apática y estática. Salvo actuaciones aisladas, en su mayoría de conservación y nada prioritarias, la ciudad no ha crecido comparativamente.
 Los ayuntamientos suelen abordan durante cada legislatura un número reducido de proyectos de remodelación del espacio público, actuaciones que generalmente se venden a la ciudad como proyectos estrella. Estos proyectos no tienen la capacidad de transformar la ciudad, ni en una legislatura, ni en dos o tres. Sólo tienen potencial para modificar el entorno concreto en el que se inscriben, sea este entorno emblemático para la ciudad o no. No se puede pretender modificar la ciudad únicamente en base a operaciones de reforma, nada innovadoras, más allá de la variación que supone contar con unas escaleras mecánicas o un nuevo pavimento en una plaza. Escaso bagaje para cuatro años de legislatura, salvo sorpresa final diferida.  
De cara a las elecciones de mayo –menos de doscientos días– habrá que preguntarse nuevamente ¿se puede cambiar Ávila? Es preciso replantearse la ciudad (con sus barrios anexionados). El concepto de ciudad no se limita a su fisonomía corporal, sino que gobernar la ciudad significa atender a las políticas de vivienda, empleo, cultura, turismo, bienestar social, transporte y movilidad, actividades económicas, etc. En los próximos meses se presentarán diferentes políticas sobre la ciudad y al margen de lo atractivo, populista o carismático de los candidatos las propuestas que puedan hacer parten de un mismo tablero de juego a saber: una muralla, iglesias románicas, palacios renacentistas, edificios ruinosos en la ciudad vieja, calles empedradas y calzadas aprietas, aceras estrechas, árboles y jardines dejados al aire, comercios cerrados, polígonos solitarios, suelos urbanizados desiertos etc.
La planificación política está indisociablemente ligada a la planificación urbana (arrinconda). La política a partir del próximo mes de mayo no puede renunciar a tener un proyecto de desarrollo urbano propio, creíble y realizable. Los edificios y espacios públicos de la capital fueron proyectados para situaciones, necesidades y formas de vida cada vez más alejadas de nuestro presente, y mucho más del futuro que se debe construir. Una transición necesaria alejada de una foto fija de la capital que requiere un salto cuantitativo. Es lo que se denomina proyecto de ciudad. 
¿De dónde partir? No se puede cambiar el tablero de Ávila sino únicamente las reglas del juego con las que jugar en este tablero. Diferentes ideas y modos de gestión y administración de los dineros públicos. Esto será lo que los abulenses –votantes– deberán descubrir y elegir para volver a hacer de Ávila una ciudad dinámica. No esperen que en estas líneas les desgrane todo lo que se podría hacer para tener una ciudad posible y sentida, pero apunten: pragmatismo, relatividad, creatividad y empatía o lo que es lo mismo gobernantes sensatos.