La fragua de Edilberto Arenas

Redacción
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El Museo de Ávila da a conocer la donación de un conjunto de herramientas que la familia del último herrero en activo de Bercial de Zapardiel ha realizado para su conservación y difusión en el futuro

La fragua de Edilberto Arenas

El Museo de Ávila, dependiente de la Junta de Castilla y León, ha dado a conocer recientemente la donación de un conjunto de herramientas que el último herrero en activo de Bercial de Zarpadiel, Edilberto Arenas, hizo al museo el pasado año, una colección de piezas hasta hace unas décadas de uso habitual y conocidos por todos, y hoy literalmente ‘de museo’ debido a que ese milenario oficio ha desaparecido, que se puede ‘visitar’ virtualmente en https://www.facebook.com/Museo-de-%C3%81vila-104735181187683/

El director del Museo, Javier Jiménez Gadea, tras agradecer esa decisión generosa, explicó que Edilberto Arenas Sáez (1939) donó en 2019, en nombre de los cuatro hermanos (Clotilde, Elviro, Faustino y él mismo), un conjunto variado y bien conservado instrumental relacionado con la herrería familiar que regentó en la localidad de Bercial de Zapardiel hasta su jubilación en 2004. Aunque fue él quien trabajó la fragua desde muy joven, primero con su padre y luego ya solo, toda la familia se encontraba muy unida al establecimiento y al oficio, precisamente por haberlo recibido de su padre.

La tradición viene de más atrás, ya que los padres de Edilberto, Senén Arenas de Juan y Herminia Sáez Muñoz, lo habían recibido de una tía materna de Senén, Calista de Juan Santamaría, en los años veinte del siglo pasado. El marido de ésta, Narciso, fue quien enseñó el oficio a su padre y a sus tíos, repartiéndose en la zona de la siguiente manera: Senén se quedó en Bercial y los hermanos se establecieron en Bodón y en Mamblas.

En los momentos iniciales la fragua no se encontraba en el inmueble que luego ocupó, sino en un edificio hoy transformado en vivienda –que sigue perteneciendo a la familia– en la calle del Pozo, de la misma localidad. Fue el donante, Edilberto, quien al recibir el negocio lo trasladó al inmueble en el que se encuentra hoy en día, en las afueras del pueblo, para lo que en 1979 compró el terreno en el que levantó la nave que alberga la herrería en el momento actual.

Informó el director del Museo que las piezas ofrecidas en donación, «seleccionadas por los técnicos del Museo de Ávila, tras visitar la herrería, son representativas de todo el trabajo desarrollado en la fragua, tanto desde el punto de vista del oficio tradicional como de la incorporación de nueva maquinaria, ya industrial, con el paso del tiempo. Así, se recogen numerosas herramientas relacionadas con el fundido del hierro sobre la fragua, ésta misma con su fuelle y bigornias, y luego todas las herramientas y productos elaborados en los diferentes trabajos y servicios que el herrero ofrecía a la comunidad: reparación de herramientas y arados para las labores del campo; reparación y construcción de las partes metálicas de los carros; labores de rejería para ventanas; carpintería metálica de puertas y vanos (alguazas, llamadores, pasadores, aldabas); y cerrajería (reparación de llaves, cerraduras). También se ha recogido la indumentaria protectora con la que trabajaba el herrero (peto y polainas de piel de cabra), y algunos objetos del ajuar de la herrería, como un botijo con el que se refrescaba durante las labores o un cartel publicitario de un tractor de los años 60».

valor de conjunto. El valor de la donación, añade Javier Jiménez, «lo ofrece el conjunto en sí, más allá de las piezas individuales, dado el carácter documental que adquiere como representativo de un oficio tradicional ya desaparecido». Tiene la ventaja de que procede de quien lo ha ejercido directamente hasta su jubilación, siendo una persona que ha conocido en su niñez y ejercido en su juventud el oficio tradicional en su estado de plenitud, al tiempo que ha visto cómo se ha ido transformando y evolucionando con el paso del tiempo.

Esta donación, de herramientas que se usaron hasta hace relativamente muy poco tiempo pero que para la mayoría de las personas son desconocidas por su especificad y por haber caído en desuso, completa las colecciones ya existentes en el Museo de Ávila relacionadas con otros oficios tradicionales, igualmente ya desaparecidos o en proceso de cambio radical: labores agrícolas, ganadería, pastoreo, cantería, carpintería y zapatería, y permite al museo desarrollar sus funciones de conservación, documentación e investigación de nuestro patrimonio etnográfico.

Actualmente, acabó informando el director del Museo, «estamos restaurando las 91 piezas que suponen esta donación, y cuando se hay finalizado el proceso se incorporará una parte representativa de ellas a la exposición permanente. Entre las herramientas hay: yunques, fuelle, tenazas de varios tipos, una cabra/gato para levantar carros, espoletas, grapas de carro, barras de distinto tipo, tornillos, terrajas, bigornias, bancos, clavos, aldabas, pernio, mandil y polainas, abecedario para marcar, un arado, moldes, etc».