El final del camino trashumante

I.Camarero Jiménez
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La mayor parte de las vacadas han llegado a su destino invernal en los pastos de Extremadura y Castilla La Mancha y lo hacen en un año muy complicado para quienes acometieron el trayecto a pie, por caminos embarrados o atravesando caudalosos ríos

El final del camino trashumante

Ha llegado el invierno, lo ha hecho de manera oficial sobre calendario y eso en tierras abulenses significa que las vacadas trashumantes han emprendido su particular éxodo a tierras más cálidas en busca de pasto.El camino comenzó hace días y este año ha venido marcado por las extremas condiciones meteorológicas. Las instantáneas que deja el paso de las reses y sus guías a caballo en el camino a tierras extemeñas y manchegas son este año especialmente impactantes. Las lluvias de los días pasadas que descargó la borrasca Efraín con especial virulencia precisamente en todas esas zonas que debieron atravesar los ganaderos con sus animales complicaron sobremanera el recorrido y es que ha llovido muchísimo en la zona de Extremadura y en el sur de Ávila y la sierra.

Los hay que se aventuraron a atravesar, como es costumbre, los ríos, otrora escasos de caudal y en esta ocasión, enbravecidos, como ha ocurrido sin ir más lejos con el río Magasca. Hacerlo significaba poder llegar antes a meta, pero también poner en riesgo a la vacada y en especial a los ejemplares más jóvenes. Ha habido suerte y no ha dejado bajas, pero podía haberlo hecho.Tremenda lección de profesionalidad y de fortaleza de las vacadas que «saben perfectamente lo que tienen que hacer».

Sin embargo no todos tomaron esta decisión y buscaron caminos alternativos dejando a un lado el río y buscando los puentes. Difícil  decisión, también, teniendo en cuenta que a la ya de por sí larga caminata se sumaba en ocasiones otro medio centenar de kilómetros. Complicado porque «los ríos grandes lógicamente tienen sus puentes en la zona de Extremadura» pero hay otros que no, que son pasos de agua. 

El final del camino trashumanteEl final del camino trashumanteHablamos de ello con Pedro Herráiz, de la IGPCarne de Ávila, un entusiasta de la trashumancia, ese movimiento ancestral que defiende a capa y espada y en el que siempre, a su juicio, se dejan ver las carencias de las administraciones que no son capaces de ponerse de acuerdo y «que no dan la ayuda que el movimiento trashumante necesita».«Si no quieren darlas, que no publiquen ayudas con condiciones que no se pueden cumplir».En cualquier caso se pregunta quién mejor que estos profesionales para ser ayudados, tanto por su labor medioambiental, como por la calidad de la carne que las vacadas trashumantes ofrecen a la sociedad y puesto que fijan población en el medio rural y crean riqueza. En lo burocrático asegura Herráiz que «año tras año me sorprendo por la aplicación de la legislación».Este año la sorpresa les ha llegado porque «no pueden ir ganaderías juntas a un mismo código de explotación de Extremadura». «Es un sufrimiento porque de un día para otro te encuentras con que no te admiten guía allí porque van un padre y un hijo con códigos relacionados y resulta que no pueden ir» y eso «no lo saben los ganaderos», lo que interpreta como «una dejación» a la hora de informar y que es muestra de «un absoluto desprecio» a gente que «año tras año hace lo mismo y extraordinariamente bien además». 

Hablamos en este reportaje de las reses que realizan su camino a pie y es que son muchas, la mayoría, las que lo afrontan en camiones. Los tiempos cambian. 

Recuerda Herráiz que cuando él llegó a Carne de Ávila en los años 90 la trashumancia al uso (andando) la prácticaban del orden de las 18.000 reses.Se comprobó contándolas una a una por los lugares de paso, Tornavacas, El Puerto El Pico. Hoy son muchas menos. Ymenos aún en este viaje invernal que ya culmina porque en el de regreso, en el mes de junio, las condiciones meteorológicas no son tan severas y a los animales les viene bien ese caminar por los cordeles y cañadas. En total habrá ahora 16.000 cabezas trashumantes. Andando de subida en junio pueden ser 3.000-4.000 pero ahora, son menos, aunque vacadas bastante grandes, «igual 2.000».

Ha sido un final de año atípico, de caminos embarrados, de ríos caudalosos, de jornadas durísimas en los que a ganaderos y vacadas les han caído decenas de litros de agua encima. Durísimo y espectacular a la vez y que además hay que ver por el lado positivo porque esas precipitaciones garantizam los pastos y al fin y al cabo «es riqueza». Este fin de año ha dejado ver también «el país de extremos en el que vivimos»y la incertidumbre que ha generado en los ganaderos: «la primavera iba muy bien pero luego llegaron un montón de meses en los que no llovía, se nos ha hecho larguísimo y con miedo a que se acabaran reservas de agua, y ¿ahora? Nos ahogamos y ¿quién lo sufre? Pues la gente que está en el campo todos los días y la que tiene que mover a los animales, además de los propios animales». Tan duro como es este territorio.

El puente de la Constitución, como es habitual, marcó el inicio del recorrido a otros pastos «algunos salieron el día 3 o el 4; otros el 8», cuenta Herráiz y todo para llegar antes de que lo haga la Navidad y los ganaderos puedan estar también de vuelta en sus casas para pasar sus días en familia. Es la tradición y son 10 horas de camino diario prácticamente. Ahora toca el reposo, hasta el regreso, en junio.