Gonzalo M. González de Vega y Pomar

En mi azotea

Gonzalo M. González de Vega y Pomar


Tratan con personas

04/12/2021

Está claro que la llegada de la Informática ha supuesto un gran avance en muchos aspectos para nuestra vida, pues nos acerca a casi todo aquello que queremos conocer solo con introducir unas palabras en el buscador, aunque a veces la información no sea del todo correcta. Nos permite comunicar en tiempo real con otras personas por muy lejos que estén y vernos «cara a cara» sea en privado o en conversaciones múltiples; presenciar en directo lo que ocurre en cualquier punto del planeta y saber qué sucede a cada instante por la prontitud con la que muchos «periodistas» de las redes sociales lo comunican. Igualmente nos ha facilitado realizar gestiones, antes era impensable, por medio del teléfono, tableta u ordenador. 
En el tiempo del confinamiento por la pandemia del Coronavirus ha sido esencial para que continuara mucha actividad laboral gracias al teletrabajo.
Pero no todo van a ser ventajas, también tiene su lado negativo. La creación de esas complejas maquinas que reemplazan a los trabajadores ha provocado en muchas empresas un considerable recorte de personal que es «invitado», cuando aún está en edad de poder rendir, a marchar y acogerse a los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE). Esto, unido a que en otros centros de trabajo -sobre todo los dependientes de la Administración- no se cubren las plazas libres por jubilación, hace que los ciudadanos suframos a diario sus consecuencias en servicios que son esenciales y nos lleve al cabreo, la desesperación y una absoluta impotencia.
No es de recibo, por muchas explicaciones que quieran darnos, que, en los Centros de Salud de la Seguridad Social en Ávila, lo mismo en el resto de las provincias de Castilla y León, la atención presencial casi brille por su ausencia debido a la incomprensible falta de personal sanitario, aunque los pocos que hay doblen sus esfuerzos y atiendan de la mejor manera a los pacientes que reciben en consulta. Ahora, si queremos ver al médico de familia, recibir atención de enfermería, solicitar recetas y demás, nos obligan a hacerlo por medio del teléfono donde nuestro interlocutor al otro lado del auricular es una máquina que nos pide marcar esta o aquella tecla para conocer la necesidad que tenemos y luego automáticamente recibimos la cita. Imposible hablar con una persona a la que explicar qué nos ocurre y poder solucionar la situación. De los especialistas olvidémonos.
Ello hace que en casos no serios pero preocupantes –más ahora que continua el virus entre nosotros– como un fuerte catarro, se vaya a urgencias donde, a pesar de contribuir a colapsar este importante servicio para enfermos graves, sabemos sí nos observarán. Podría solucionarse de manera fácil con esa llamada atendida por un profesional, no una máquina. También cubriendo las plazas vacantes que existen y complican la atención. Vemos que la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León no demuestra interés alguno en hacerlo, pero sí en alardear que nuestro sistema sanitario es extraordinario. Visiten los centros de salud para conocer la penosa realidad y entenderán las quejas de los ciudadanos. ¡Desde los despachos se ve todo muy bien!   
Lo mismo ocurre hace tiempo en los Bancos. Cada día la atención es peor y muy humillante para quien desea realizar cualquier gestión. En Ávila, aparte de cerrar algunas oficinas en la capital y varios pueblos de la provincia, han prescindido de muchos trabajadores y han quitado cajeros automáticos, que prestaban buen servicio. Ir al Banco te obliga a guardar demasiado tiempo de cola en la calle sufriendo las frías temperaturas que tenemos y a la vista de todos. Hablar directamente con uno de sus empleados es muy difícil, a no ser que llames, tengas suerte, te cojan el teléfono y faciliten esa entrevista para una fecha que, quizás, ya no tiene sentido. Para pagar un recibo, abonar una multa u otra operación te dicen has de hacerlo por medio del cajero automático o Internet. Los jefes no quieren darse cuenta de que muchos de sus clientes son gente mayor y solo saben manejar el móvil para enviar o recibir llamadas. En vez de facilitarles la gestión les hacen sentir como tontos. Quizás no les interesen las personas con cierta edad.
Es hora, para no ir cada día a peor, se mentalicen tanto Centros de Salud como Bancos que tratan con personas.