Palizas al grito de maricón

Néstor Báez (EFE)
-

El asesinato del joven Samuel Luiz en La Coruña anima a otros jóvenes a denunciar públicamente las agresiones homófobas que han sufrido

Una de las manifestaciones que tuvieron lugar para protestar por la muerte de Samuel - Foto: EFE

El pasado 3 de julio, un grupo de al menos seis individuos mataron a golpes al joven Samuel Luiz al grito de «maricón» junto a la playa de Riazor, en La Coruña. Un hecho que conmocionó no solo a la sociedad gallega sino a toda España. Desde entonces cada vez son más los jóvenes que se atreven a dar el paso de contar su historia para que el conjunto de la ciudadanía conozca que las agresiones homófobas no son una cosa puntual de una noche de fiesta. Ese fue el caso de Borja García y Jorge Albaladejo que, en febrero de 2020, fueron agredidos por un grupo de cinco jóvenes en el barcelonés barrio de Gracia al grito de «maricones de mierda» mientras salían de casa rumbo al aeropuerto sin mediar palabra con nadie

. La pareja vivía en el barrio y salieron de casa a las 6 de la mañana para viajar a Granada, pero cuando estaban llegando a un puesto de bicicletas municipales un grupo de cinco jóvenes les rodeó «abriéndose como un abanico» y uno de ellos se les acercó para pedirles un cigarro.

No les dio tiempo de contestar porque comenzaron a pegarles, unos golpes que iban acompañados por el grito de «maricones de mierda», cuenta la pareja. «Cogieron un adoquín que no sabemos de dónde salió», añaden las víctimas, que recuerdan: «Nos pusimos contra una pared e intentamos defendernos». Consiguieron escapar y correr mientras el grupo les perseguía y lanzaba el adoquín. La persecución, por suerte para ellos, acabó porque lograron meterse en un taxi.

Le dijeron al conductor que, a pesar de todo, los llevase al aeropuerto, «solo nos faltaba quedarnos sin viaje», bromean, mientras llamaban a los Mossos para explicar lo que había pasado y que les orientaran para denunciar los hechos. Jorge tenía un golpe en el labio y a Borja le había roto las gafas, por lo que cuando llegaron a Granada fueron a hacerse un parte médico para presentar la denuncia a la vuelta.

Ha pasado año y medio y no les ha llegado ninguna información de que se haya identificado a ninguno de los agresores: «Probablemente haya sido gente sin ningún tipo de antecedentes y es muy difícil identificarlos», lamentan. Cuentan que ahora «lo que quieres es que se sepa», aunque reconocen que en un primer momento lo publicaron de manera anónima porque tenían miedo y no sabían qué consecuencias les podía traer. «Es importante saber que esto pasa en una ciudad moderna como Barcelona porque el odio es transversal», aseguran. Y es que tras el aumento de las noticias sobre este tipo de violencia, reivindican que se trate como lo que es: «No es que nos hubieran pegado, es que nos agredieron al grito de maricón».

Apenas un mes después del suceso llegó el confinamiento por la COVID, un tiempo en el que García comenzó a escribir lo sucedido en Garbanzo, un libro que publicó en abril de este año y en el que cuenta, según subraya, episodios «de una vida corriente y real, donde la normalidad es relativa».