Bildu, el 'socio' incómodo de Pedro Sánchez

SPC
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La formación abertzale se ha convertido en el gran salvavidas del Gobierno para permitirle aprobar leyes estratégicas con sus votos

Bildu, el 'socio' incómodo de Pedro Sánchez - Foto: Juan Carlos Hidalgo

De aliado incómodo a salvavidas del Gobierno. De manera telegráfica esta frase podría resumir la relación que ahora mantiene el Ejecutivo de Pedro Sánchez con la formación abertzale EHBildu. 

En lo más íntimo, da la sensación de que al PSOE todavía le despierta recelos llamar «socio» a los separatistas vascos, pero a nadie se le escapa que se han convertido en la muleta salvadora en la que se ha apoyado sin dudarlo Pedro Sánchez para sacar adelante un paquete de medidas que considera determinantes en su gestión.

Lo cierto es que por segunda vez en poco tiempo, el Gobierno logró salvar una votación estratégica con el apoyo de Bildu, que sin ser socio prioritario como ERC o PNV, ha hecho de flotador ante el alejamiento de los republicanos que dan por rotas las relaciones con el PSOE y que en las últimas leyes se han posicionado en el «no».

La formación abertzale, que inició el período de sesiones de 2022 haciendo bloque con ERC y unificando casi siempre el sentido de sus votos, marcó un punto de inflexión frente al decreto anticrisis derivado de la invasión rusa de Ucrania. Entonces Bildu salvó con su abstención un paquete de medidas que fueron rechazadas por ERC, PP, Vox y Ciudadanos, aunque por diferentes motivos.

En la última semana, por segunda vez, Bildu ha vuelto a erigirse protagonista con la ley de planes de pensiones de empresa, que sostuvo con sus votos y no dejó caer a cambio de un pacto con el Ministerio de Seguridad Social que dirige José Luis Escrivá para subir un 15 por ciento las pensiones no contributivas.

Mientras los republicanos siguen evidenciando su alejamiento con el Ejecutivo, agudizado por el caso de espionaje a políticos independentistas, dan por rotas las relaciones al considerar que los socialistas «van cerrando todas las puertas y no cumplen sus acuerdos». «La confianza está rota», recalcan en ERC para advertir que el PSOE «tan solo entiende» el castigo del voto.

Con el escenario Frankenstein que caracteriza su Gobierno, los socialistas se esfuerzan día a día en salvar leyes y niegan que exista un distanciamiento con los republicanos catalanes. 

«No jugamos ni más con Bildu ni menos con ERC o con Más País», recalcan fuentes del partido que insisten en que «no hay relaciones rotas» pese a los «amagos» que hacen ver los republicanos.

Sin embargo, la ley Mordaza, la de Memoria Democrática o la ley de Vivienda siguen paradas y los apoyos de los socios de investidura son claves para sacarlas adelante.

Los socialistas tienen claro que el objetivo es que salgan adelante las leyes, «y quién no las apoye que dé sus explicaciones».

La última prueba superada vino de la mano de Bildu aunque el ala socialista del Ejecutivo prefiere no ponerle el foco al considerar que los socios de Sánchez son los de la investidura y luego hay partidos prioritarios como PNV o ERC. «Después otros grupos nos apoyan habitualmente», inciden.

Pero Bildu saca pecho de sus logros y su portavoz parlamentaria, Mertxe Aizpurua, afirma que harán «todo lo posible para agotar la legislatura» aunque «eso no supone un cheque en blanco».

También, la formación abertzale cerró filas con el Ejecutivo en la ley general de Presupuestos de 2022 cuando el propio coordinador general de la formación, Arnaldo Otegi, anunció que votarían a favor y movió ficha antes que el PNV al pactar una serie de medidas de protección social para colectivos vulnerables.

¿Un trasfondo peligroso?

Sin embargo, no son pocos los que apuntan que Bildu no solo es un lobo disfrazado con piel de cordero, sino que su sintonía con Sánchez tiene un trasfondo peligroso.

Así, su objetivo no confesado sería el de tratar de romper su perímetro ideológico para seguir creciendo en línea con el modelo de Esquerra Republicana de Catalunya: ganar una influencia creciente con el fin de, cuando llegue el momento, poner encima de la mesa su agenda soberanista. Para lograrlo ha acentuado su perfil social de izquierdas y suavizado sus aristas.

El caso es que a un año y medio de las nuevas elecciones generales, la debilidad parlamentaria del Ejecutivo de coalición se hace más patente y obliga a los socialistas a negociar constantemente con casi todas las fuerzas políticas.